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Crisis social y política en Francia

Una crisis política larvada desde hace meses ha estallado en Francia. Una moción de censura promovida por la coalición de izquierda reformista, Nuevo Frente Popular (NFP), y apoyada por la extrema derecha del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, ha tumbado el gobierno en minoría de Michel Barnier, del presidente de la República Emmanuel Macron. El NFP, es una jaula de grillos que no lucha contra el capitalismo y que refuerza en el fondo el orden social capitalista. Recordemos que el NFP apoyó la elección de decenas de diputados de la derecha (de Macron y de LR), con el pretexto de luchar contra Le Pen.

Detrás de esta situación está la crisis económica de un sistema capitalista en bancarrota. En Francia, la crisis se desarrolla a través de su deuda pública, y el deterioro social de las clases populares. Hay diez millones de pobres y más de 300.000 personas sin hogar. El deterioro de la salud y la educación pública va en aumento. Una ola de despidos recorre el país: Michelin, Auchan, Valeo, Forvia, Arcelor Mittal… Por ejemplo, Michelin con dos mil millones de beneficios, planea despedir a 1200 trabajadores.

Esta es la verdadera crisis que sufre la clase trabajadora y por eso la burguesía necesita imponer, con unos políticos u otros, su política. Por eso el problema no es Barnier o Macron es generalizar las luchas obreras que se están dando, para frenar los ataques de la patronal.

Dice el refrán que si “ves tu vecino las barbas cortar, pon las tuyas a remojar”. Los trabajadores y trabajadoras necesitamos poner nuestro futuro en manos de nosotros mismos y no en políticos de la burguesía. Solo la lucha obrera paga y mientras se delegue en esos políticos, perderemos condiciones de vida y de trabajo.

La única solución es que los trabajadores y trabajadoras se doten de un partido obrero implantado en las empresas y en los barrios, un partido que no aspire a proporcionar ministros para gestionar el estado capitalista, sino un partido de trabajadores conscientes que preparen el terreno para la expropiación de la economía de capitalista.