En España hubo solo en el primer trimestre de 2024, -aun tomando los datos publicados por el Consejo General del Poder Judicial- un total de 48 personas que fueron o serán llevadas a juicio por corrupción política, en delitos tales como prevaricación urbanística, cohecho, tráfico de influencias, malversación. Lógicamente en esta lista “ni son todos los que están, ni están todos los que son”. La portavoz del PSOE, Esther Peña, en una comparecencia, tuvo que dedicar 6 minutos para enumerar el listado de casos de corrupción en los que el PP se ha visto involucrado en los últimos años. De la Púnica a la Gürtel pasando por la Kitchen. La lista es amplia y suma y sigue… Sin embargo, no solo el PP está inmerso en corrupciones y escándalos.
Casi comenzó el año con el escándalo de la pareja de Ayuso, Alberto González, la pareja de Ayuso, investigado por la supuesta defraudación de 350.000 euros. No obstante, este escándalo ha estallado en la cara a los socialistas, con la fiscalía de por medio, salpicando directamente a Moncloa y Sánchez. Todo un circo se ha montado, que de momento ha provocado la dimisión de Juan Lobato, secretario general del PSOE en Madrid, implicado en difundir correos -protegidos- del abogado de Alberto González donde este reconocía delitos fiscales. ¿Filtró los mensajes la fiscalía, el propio Lobato, Moncloa…? Hay que recordar también, que Pedro Sánchez tiene a su esposa y hermano investigados, por denuncias procedentes de círculos de extrema derecha.
Poco antes y aún está el “caso Errejón”, denunciado por agresión sexual, que efectivamente ha conmocionado a parte de la población de izquierdas, pues Errejón fue cofundador de Podemos y en la actualidad estaba con Mas Madrid -el partido de la ministra de Sanidad Mónica García- y era portavoz en el parlamento de Sumar. Todos estos partidos dicen ser los mejores defensores del feminismo, se presentan como una “nueva” izquierda “comprometida” con valores humanos como la salud mental y las condiciones de vida, etc. Errejón incluso llegaba a afirmar, en relación a la mujer, que las denuncias falsas “no existen”.
En definitiva, la pareja de Ayuso, el caso Koldo, los contratos sanitarios en Andalucía… los casos de corrupción abren y cierran los informativos, cosa lógica, pero dan la impresión que no existen otros problemas en este país. Bulos, contra bulos, medias mentiras y verdades… Es cierto que la derecha lo judicializa todo para desgastar al adversario político, pero no es menos cierto que la corrupción está instalada también entre las filas socialistas y por todas partes, en todas las instituciones. En estos días, dicho sea de paso, un grupo de juristas, periodistas e intelectuales ha presentado una nueva querella contra el rey emérito, Juan Carlos de Borbón, porque consideran insostenibles los argumentos del Supremo, que archivó las investigaciones sobre los negocios opacos del emérito y renunció a presentar querella.
Parte de la población se muestra asqueada ante tal panorama y la decepción los lleva a no creer en nada. Desde que el capitalismo se ha instaurado en la vida y en las sociedades, los escándalos se han sucedido porque todo se compra y se vende, toda la sociedad gira en torno al beneficio, por eso los casos de corrupción, por eso las viviendas que se construyen sobre zonas inundables, por eso los accidentes laborales, las guerras, genocidios…¡tantas cosas! Los casos de corrupción, cuándo sabemos de ellos, nos dejan ver al menos en una pequeña parte del sistema corrupto capitalista: las relaciones que los políticos de turno establecen con el estado y las clases pudientes, con el mundo empresarial y los bancos.
Con todo, también hay que decir que más allá de los casos de corrupción, que hay que condenar fehacientemente, la verdadera corrupción estriba en el propio funcionamiento del sistema capitalista. Detrás de la corrupción del personal político está el saqueo legal de industriales y banqueros de los principales países de la Unión Europea. El verdadero escándalo es la búsqueda del beneficio a toda costa y por el cual se ha establecido la ley del más fuerte, más propia de otras épocas. Por esta ley salvaje no solo se dan los casos de corrupción, sino lo que es aún peor, se dan las guerras y el aplastamiento de pueblos enteros, de forma que no solo vivimos bajo un sistema corrupto, sino que el capitalismo es también el reino de la barbarie.