Va a comenzar la exhumación de 1.250 víctimas del franquismo enterrados en las fosas 548, 438 y 702 de Jaén. La fosa 548 ha sido la primera y, al parecer, acoge a representantes sindicales, políticos, periodistas… que, según el historiador de la Universidad de Jaén, Salvador Cruz Artacho, “fueron ajusticiados y represaliados de manera sistemática en los primeros momentos de la instalación de la dictadura”. El terror franquista no sólo asesinó a políticos y dirigentes sindicales; sembró el terror y fusiló a cualquier hombre o mujer que luchaba; así quiso aniquilar la revolución social y las ansias de cambio de gran parte de la población.
En estos días también parece haberse conseguido el compromiso institucional, para exhumar la gran fosa de Monumento, la mayor de Sevilla, con más de 2.600 víctimas. Esta cifra la deja cerca de los 2.800 represaliados de la fosa del cementerio de San Rafael, en Málaga, la que está considerada como la más grande de España hasta el momento. Los familiares no pueden cejar en su empeño porque si hay un compromiso institucional, aún no hay concretado ningún presupuesto; aquí nadie regala nada y todo hay que conquistarlo. Fruto de la presión de los familiares y asociaciones memorialistas, estuvo también la exhumación en Sevilla de Pico Reja, que fue en su momento la mayor fosa común abierta en Europa occidental desde Srebrenica, en Bosnia y Herzegovina, con 1.786 cuerpos de represaliados del franquismo.
Y aunque ahora PSOE y su gobierno de coalición, que se autodenomina, “el más progresista de la historia”, está conmemorando los 50 años de vida en democracia, “España en libertad”, ha otorgado ayudas a cuentagotas al movimiento memorialista y esto porque junto a las familias de los represaliados, no ha cesado en su presión para conocer dónde se hayan los restos de su seres queridos. Y esto es por lo que respecta al gobierno central; si hablamos de los autónomicos del PP y sus socios de Vox, donde gobiernan, están derogando las leyes de Memoria Histórica una tras otra.
La actual ley de Memoria Democrática ya ha cumplido dos años y muchos memorialistas hacen un balance “negativo” de su andadura; tanto Zapatero con su anterior ley de Memoria, como en la actualidad Sánchez, hicieron ambos leyes ordinarias que según organizaciones memorialistas “… no se ha puesto en funcionamiento” pues no se han publicado los reglamentos necesarios para que comience a andar. “Sin un reglamento que desarrolle la ley, sin una dotación presupuestaria necesaria y suficiente y sin un plan de actuación plurianual, no habrá memoria democrática”. Una vez más, el gobierno vende humo.
A pesar de que los socialistas han sido los que más años han gobernado desde la restauración de la democracia, aún sigue habiendo impunidad sobre los crímenes del franquismo. La ley de amnistía de 1977, que exoneró a los criminales de la dictadura, impide juzgarlos, fue una ley de punto y final; PSOE siempre se ha negado a derogar dicha ley. Y como consecuencia las querellas presentadas en relación con los crímenes del franquismo, no suelen prosperar, aunque se trate de juzgar el trabajo esclavo, las torturas o el robo de bebés: no se admiten a trámite y se archivan.
Y ¿por qué “el gobierno más progresista de la historia” como les gusta nombrarse, es tan tibio en el tema de la Memoria Histórica? Pues porque el PSOE , junto a PCE, fue responsable de acallar toda protesta social y amordazar al movimiento obrero, en aras de la concordia, de la “reconciliación nacional”; porque la llamada Transición no fue tan idílica como la describen los manuales de historia sino un pacto económico, social, y político entre los representantes políticos del antiguo régimen franquista y la izquierda del momento, PCE y PSOE fundamentalmente; porque fue una traición en toda regla pues no solo supuso pérdidas de derechos laborales y salariales: con los pactos de la Transición, PSOE y PCE, CCOO y UGT, consiguieron su integración en el Estado a cambio de puestos en el aparato de Estado y políticos, creándose una burocracia sindical y ocultaron la gran matanza que llevó a cabo el franquismo, del mismo modo que el régimen continuó matando ya sin Franco.