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Consecuencias de la Dana: más de 200 muertos y decenas de desaparecidos. UN CRIMEN DE ESTADO Y DEL SISTEMA ECONÓMICO CAPITALISTA. NUESTROS MUERTOS, SUS BENEFICIOS

Muchas personas siguen conmocionadas tras las recientes inundaciones en Valencia y Castilla la Mancha; con razón. Aún la situación es angustiosa con decenas de desaparecidos y sin duda, aumentará el de fallecidos. Hay familias que aún viven en los bajos de sus casas, con lodo hasta los tobillos, que -a la hora en que esto escribimos- no han recibido ningún tipo de ayuda, ni de apoyo logístico. Y en la zona, hace frío y el fango y los escombros se pudren y huelen. Algún supermercado está comenzando a reponer alimentos, pero están bajo mínimos y algunos cajeros automáticos han empezado a funcionar. Ya hay luz y agua en muchos hogares, pero los que dependen del gas ciudad siguen esperando el arreglo de las tuberías, por tanto ni cocinar pueden. Los que allí están, hablan del parecido de la situación con las imágenes de desolación y escombros que llegan desde Gaza.
Se oye, por todas partes, “ la cagó el PSOE, la cagó el PP y ahora también la han cagado los de “ hijos de puta” de la extrema derecha”, en clara alusión a los rumores sobre que los disturbios recién ocurridos, con los reyes, Carlos Manzón y Pedro Sánchez han estado alentados por la extrema derecha. Sea como sea, interrumpir el trabajo de los voluntarios para hacer paso al cortejo de autoridades, -¡iban escoltados por 90 coches de policía y el ejército limpiaba la zona por la que iban a pasar, mientras impedían el paso a los voluntarios!- no parece la mejor manera de ayudar. Y menos tantos días después, peor aún teniendo en cuenta que la lluvia amenazaba de nuevo la zona y había que actuar con mayor celeridad, si cabe. Por supuesto que la rabia estalló contra ellos, que en algunos casos será una rabia natural y espontánea dada la situación, pero si no hay alternativa de lucha obrera, podrá ser rentabilizada por los grupúsculos de extrema derecha, que proliferan por la zona.
Sea como sea, la solidaridad y cooperación de trabajadores de toda la geografía española, ha sido abrumadora; lo sigue siendo. Muchos vecinos, que limpian de lodo casas y centros educativos, tienen que llevar ellos mismos escobas, cubos y mangueras, pues ni el gobierno autonómico ni el central –ante la inoperancia de este- han sido capaces de distribuir escobas. A pesar de la devastación y el cansancio que sienten, muchos ya están siendo obligados a volver al trabajo, aunque no tengan ni como comer caliente.
Esta solidaridad de la población trabajadora, se ha visto ya muchas veces. Queda por darse cuenta de la solidaridad y el apoyo que muestran los políticos y autoridades entre sí, ya sean de la “pseudoizquierda” o de la derecha y sacar conclusiones propias. Que el gobierno de “progreso” no decretase el estado de emergencia y respetase la inoperancia del gobierno autonómico de Carlos Mazón, por no quitarle el mando, ya nos dice mucho; al igual que dice mucho la solidaridad que están demostrando entre todos ellos tras los “disturbios”. ¡La razón de estado es la que prima! Está claro que estos políticos que no se arrugan la camisa y muestran un extraordinario respeto al político de enfrente, por encima de la vida de las personas, no pueden seguir siendo representantes de nada.
Ahora vendrá el “negocio de la reconstrucción”: Mazón ya ha pedido al Gobierno una ayuda de 31.402 millones de euros en un paquete de 136 medidas. ¡Para ello sí ha estado presto! Pero para asegurarse de que estas ayudas lleguen a donde y a quienes tienen que verdaderamente llegar, la población en su conjunto, organizada, debería seguir en el centro de todo y controlarlas/distribuirlas, pues ya han demostrado con creces que lo hacen mucho mejor que las instituciones parlamentarias.
Estamos ante una quiebra, no sólo de unos políticos incapaces, negligentes y corruptos; estamos ante la quiebra y el fracaso de un Estado que está demostrando que no está al servicio de la población sino que muestra su cara más cruel: un aparato político-militar al servicio de los intereses de la gran patronal. Se obliga a la clase trabajadora a estar en su puesto de trabajo a riesgo de sus propias vidas, y los políticos van a su teatro político para echarse la culpa unos a otros. La burguesía y sus negocios se protegen; las privatizaciones y deterioro de todos los sistemas públicos se acrecientan. Y mientras tanto, decenas de desaparecidos quedan por encontrar. Estamos ante el fracaso de un régimen político y de un sistema económico incapaz de sostener con vida y dignidad a la sociedad. Ante un cambio climático evidente, anunciado por todas partes, ante una catástrofe anunciada y la respuesta de los que dirigen este sistema explotador y corrupto, que es el capitalismo, sólo queda la movilización social de la clase trabajadora. Y otra conclusión de lo que está sucediendo: si la clase trabajadora no alza su voz y dice ¡basta ya!, ese vacío puede llenarlo la extrema derecha. Los socialistas revolucionarios, los comunistas, no podemos consentirlo. Va en ello la esperanza para un futuro digno y humano.