Se están publicando las cifras récord de creación de empleo de este verano. Según las cifras oficiales se ha llegado a los 22,27 millones de empleos y a la cifra más baja de paro 2,55 millones -10,9%- en España desde la gran crisis capitalista de 2008. Y da la impresión que la economía va viento en popa y a toda vela, gracias a los sectores económicos vinculados con el turismo y los servicios. Se ha escrito en los medios que se llegará a los 100 millones de turistas este año 2025. Pero no es oro todo lo que reluce. Estas cifras esconden la precariedad laboral que asola a sectores muy importantes de la clase trabajadora española. En todos los sectores económicos la precariedad laboral aumenta. El SMI es de 1.381,33 € mensuales, en 12 pagas y es el salario más común de 4,5 millones de trabajadoras y trabajadores. El salario medio, haciendo el promedio entre los mayores y los menores, es de 2.290 € mensuales brutos, es decir descontando las cotizaciones serían unos 1900 €.
En el sector industrial, fuera de las grandes empresas, las subcontratas precarizan cada vez en mayor medida las condiciones laborales con unos convenios sectoriales e inferiores a los de empresa, donde se ha perdido poder adquisitivo en estos años de subida de precios y con salarios que pueden rondar, dependiendo de la provincia, los 1600/1800 € mensuales brutos para la categoría de empleado/empleada. Y en los sectores donde se crea empleo, fundamentalmente en los servicios, turístico, dependencia etc., los salarios son bajos, el trabajo es intermitente, la flexibilidad laboral hace que se trabaje por horas, días y de acuerdo a las necesidades mercantiles de la empresa.
Según cifras oficiales la tasa de “infrautilización de la mano de obra” es de un 20,86%. Esto significa el eufemismo de explicar que el trabajo a tiempo parcial involuntario, los desempleados, el estar trabajando “fijo” por horas, en negro etc., es decir la precariedad laboral es uno de los mayores de la OCDE, detrás de Turquía, Chile y Colombia. Se dan casos que teniendo el salario mínimo, se pueda trabajar por horas, de una manera intermitente dependiendo de los intereses del patrón y cobrar 600 u 800 € mensuales, siendo un trabajador o trabajadora temporal, fijo discontinuo, etc. Y son las mujeres las que sufren en mayor medida esta precariedad.
Para el gobierno autotitulado “el más progresista de la historia” la creación de empleo es un logro de su política “social”. Pero en realidad su política obrera ya no engaña a nadie: las mejoras en el salario mínimo, los cambios en la reforma laboral de Rajoy no son más que pinceladas que ni siquiera blanquean la realidad. Y más cuando reprimen y encarcelan a la clase trabajadora que lucha por mejorar sus condiciones de vida, como ha pasado en Cádiz a los trabajadores del metal, a las 6 de la Suiza, etc. Por mucho que digan desde el gobierno y sus voceros de la “izquierda” reformista que este gobierno mejora las condiciones de la clase trabajadora, cada vez es más difícil esconder la realidad; no se puede seguir invocando el miedo a la extrema derecha para después mantener una política propatronal. Con esta política por parte de la “izquierda”, la desmoralización está servida y abonado el camino para la derecha. Y se puede “revolver todo lo que se quiera: la realidad histórica que se ha echado por la puerta vuelve a entrar por la ventana” (F.Engels).