El exministro de Hacienda Cristóbal Montoro, con José María Aznar (2000-2008) y de Mariano Rajoy (2011-2018) y 27 personas más, están investigados por dictar leyes que favorecían a grandes empresas en sus negocios desgravando impuestos. El oligopolio eléctrico, empresas gasistas y del juego dictaban normas y reformas fiscales a cambio de pagos directos al despacho Equipo Económico, fundado por Montoro en 2006. Además eran informadas sobre los presupuestos generales del Estado antes que el Congreso los votara. Solo en 2012 se beneficiaron fiscalmente de 2.200 millones de euros.
La investigación judicial lleva 7 años empantanada debido a las cortapisas y zancadillas que el aparato de Estado e implicados realizan para frenar y dejar inactiva la acción judicial. Ahora sale a la luz esta investigación judicial. Después del PSOE, ahora le toca al PP. Una vez más el grito popular de las movilizaciones del 15-M se vuelve realidad: “PSOE, PP, la misma mierda es”.
Pero el fondo de la cuestión va más allá de la mera corrupción política, las llamadas puertas giratorias, “las mordidas” de Koldo, Ábalos etc., y más allá incluso de la moralidad de la clase política, o del llamado régimen de la Transición. Es la constatación de que el Estado, sus altos funcionarios, el aparato policial, administrativo y militar están al servicio de la gran burguesía, que es la que verdaderamente gobierna el país. Mientras se detiene y encarcela a trabajadores y trabajadoras por defender sus derechos, sin escándalo ninguno, la burguesía sigue haciendo sus negocios a costa de la explotación obrera y del dinero público. Para todas aquellas personas que se escandalizan con esta situación y que se indignan, y con razón, de tanta inmoralidad y del fraude a la democracia, hay que explicar que en el sistema capitalista son los negocios de la burguesía los que determinan las leyes. La corrupción es una forma más de ejercer su dictadura sobre la sociedad, bajo la máscara de democracia. Hace 178 años el Manifiesto Comunista explicaba que en el sistema capitalista los gobiernos no son más que los administradores de los negocios de la burguesía. Acabar con este sistema corrupto, significa acabar con el capitalismo.