La gente que se encontraba fuera del Hotel Bell, en Essex, estaba enfadada. Y hay mucho por lo que estar enfadado: hay muchas carencias en esta sociedad; hay muchas injusticias. ¿Es culpa de los solicitantes de asilo? Por supuesto que no. Y la multitud que se reunió frente al hotel durante la semana pasada lo sabe.
¿Pero están preocupados por la seguridad de sus hijos? Bueno, ¿quién sabe la verdad del asunto? ¿Un refugiado residente en el hotel Bell intentó besar a una niña y fue acusado de «agresión sexual»? Lo encarcelaron fácilmente; solo hizo falta que la policía diera seguimiento a una acusación.
¿Fue también fácil avivar la ira de los demás? Quizás. O tal vez la ayuda estaba al alcance de la mano. Como ocurrió antes, en Southport, Dublín o Ballymena… Los facilitadores de extrema derecha del capitalismo podrido, agitadores a sueldo (exmiembros de EDL, BNP, Britain First, UKIP… y activistas de «Reform») siempre están dispuestos a poner en marcha la «desviación de la ira».
Porque “dios nos libre” de que se ataque y se queme la verdadera causa de todos los males que padecemos como clase trabajadora. Sí, y con eso nos referimos a la City, Westminster, el Palacio, etc., etc… No, es mucho mejor elegir un objetivo fácil, y cuanto más visible, mejor, para que toda esa energía de la ira se agote de forma totalmente inútil a través de la válvula de escape de culpar al «otro»… Y, convenientemente, el chivo expiatorio favorito de hoy en día es el migrante solicitante de asilo… Obsequiosamente, los medios de comunicación, esa otra animadora prostituida del sistema, siguen con detalle sus viajes hasta aquí, especialmente la última etapa, que implica recurrir a las icónicas lanchas neumáticas negras para cruzar el peligroso Canal de la Mancha…
¿Chivos expiatorios «über alles»?
Por supuesto, en los años veinte y treinta, el pueblo judío fue el chivo expiatorio elegido, al que los nazis culparon de causar la Gran Depresión en Alemania y en todas partes.
Y se volvió a recurrir a este chivo expiatorio durante la profunda crisis económica de los años setenta. En aquella ocasión, los chivos expiatorios fueron los inmigrantes negros y asiáticos. El racismo de la época fue avivado por los complacientes defensores del Frente Nacional del capitalismo podrido, alentados por Enoch Powell —precursor de Nigel Farage—, quien pronunció su famoso discurso «Ríos de sangre», en el que predijo «disturbios raciales» y sangre en las calles de Gran Bretaña.
Luego llegó Thatcher, que les robó el protagonismo a los aspirantes a fascistas. Por cierto, otra prueba más de quiénes eran/son realmente. Solo una versión exagerada de «su servidora», siempre dispuesta a hacer el trabajo sucio para protegerla a ella y a sus seguidores, ya sea con un poco de violencia o con propaganda exagerada contra cualquier amenaza real potencial —como una huelga general— para la viabilidad del «gloriosamente» podrido capitalismo inglés (y escocés, galés e irlandés del norte).
Es realmente irónico que lo que les está sucediendo hoy en día a los solicitantes de asilo en todo el mundo —nadie los quiere— sea lo mismo que le sucedió al pueblo judío que huía de la persecución antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial debido al fascismo. Y es doblemente irónico, de hecho, terriblemente irónico, que el gobierno judío de Israel haya tratado a la población de Gaza durante los últimos 22 meses (y a los palestinos de Cisjordania) como «ratas» que hay que exterminar, como «Juden»… Igual que los nazis trataron a sus antepasados.
Todos estamos en el mismo bote de goma
Es un misterio cómo la propaganda de la extrema derecha contra la inmigración puede ser creíble e incluso aumentar los índices de popularidad de Reform!. ¿Por qué alguien se lo creería? La crisis de la vivienda, el empleo, los salarios, etc., está claramente causada por los propietarios que cobran alquileres abusivos y se lucran, en su mayoría «buenos viejos» británicos que figuran en la lista de los más ricos, muchos de los cuales ocupan escaños en el Parlamento: Farage, Tice… ¡Geoffrey Robinson, Margaret Hodge! Es un poco como culpar a Hamás por el horror indescriptible perpetrado hoy en Gaza, de forma bastante evidente —y orgullosa— por el único ejército israelí. ¡Pero los portavoces israelíes dicen exactamente eso! «¡Todo es culpa de Hamás!».
¡Al igual que se jactan de hacer un favor a todos los demás «manteniendo la paz en Oriente Medio»! Sí, después de crear un caos absoluto, casi una guerra nuclear, y ahora, su último «logro»: presidir la masacre de miles de civiles en la ciudad siria de Suwayda.
De hecho, han causado tal desastre que hoy en día es imposible saber quién es quién entre los llamados extremistas o «yihadistas». Pero en la cima de la «pirámide del terror» se encuentra el Gobierno israelí, con Netanyahu llevando su corona. Un verdadero «rey de las bestias».
Sí, el mundo se ha vuelto del revés. El provocador culpa al objetivo de su provocación por responder, cuando eso era exactamente lo que quería para tener una excusa para luchar contra él. Esto es obviamente cierto en el caso de las Fuerzas de Defensa de Israel, pero también en el de Starmer y sus socios de la UE, que provocaron y ahora alimentan una guerra interminable en Ucrania.
Hoy en día, los manifestantes de Epping pueden pensar que están defendiendo algún tipo de «derecho innato» británico. Pero la verdad es que no tienen tal derecho. Estos «derechos» pertenecen a la clase dominante: ellos los otorgan y los retiran. De hecho, todos estamos sentados en un bote de goma, junto con los migrantes, flotando sin rumbo fijo. Es decir, hasta que reconozcamos y construyamos nuestro propio poder de clase, codo con codo con aquellos a quienes se les niega la justicia, incluidos los solicitantes de asilo. Sí, les guste o no a los alborotadores de Epping, ¡todos estamos «en esto» juntos! ¡Y nuestra fuerza está en nuestro número! ¡Bienvenidos a la verdadera lucha!
Traducido de workersfight.org. 23 de julio de 2025