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1º de enero de 1863, hace 150 años: Lincoln y la emancipación de los esclavos

“Toda persona esclava en un Estado o en una parte determinada de un Estado donde los ciudadanos están actualmente en rebelión contra los Estados Unidos, es  desde ahora, y para siempre, declarada libre (…) Y, si está en buenas condiciones, será aceptada en el seno del ejercito de los Estados Unidos.”

De esta forma, el 1º de enero de 1863, Abraham Lincoln, decimosexto presidente de los Estados Unidos, anunció, en plena guerra de Secesión, el fin de la esclavitud en los Estados Unidos.

Los motivos de la secesión Norte-Sur

Cuando la guerra civil entre el Norte y el Sur de los Estados Unidos comenzó en abril de 1861, iniciada por los sudistas, poco después de la entronización de Lincoln en la presidencia, éste se había fijado como único objetivo el mantenimiento de la Unión.

A pesar de las presiones de los medios abolicionistas, radicales o presentes en su partido, el Partido Republicano, y de su repugnancia personal frente a la esclavitud, Lincoln no había puesto por delante este objetivo. La cuestión de la esclavitud, de su mantenimiento o de su desaparición, había envenenado desde siempre las relaciones entre el Norte del país, más bien industrial, y un Sur que había construido su prosperidad sobre las espaldas de los esclavos negros.

Desde 1820, la vida política había estado marcada por una serie de compromisos pactados entre el Norte y el Sur, siendo este último el principal beneficiario. El Partido Republicano de Lincoln, nacido en 1854, reagrupaba a políticos llegados de diferentes horizontes que querían acabar con la política del Partido Demócrata vinculada a los terratenientes esclavistas.

Los Estados Unidos reagrupaban dos realidades muy diferentes. El Norte era un Estado industrial, dotado de ricas regiones agrícolas, donde Nueva York dominaba los circuitos financieros. El Sur, poco industrializado, se apoyaba sobre una economía de plantaciones basadas en el esclavismo. Producía especialmente algodón destinado a las hilaturas inglesas y también francesas. 350.000 terratenientes plantadores reinaban sobre cuatro millones de esclavos. Mientras la burguesía industrial del Norte necesitaba de todo el mercado norteamericano para desarrollarse, el Sur esclavista buscaba extender su sistema a otros Estados norteamericanos, a medida que estos entraban en la Unión.

La secesión sudista buscaba la alianza con Gran Bretaña su principal cliente. Estaba tentada de volver a ser una semi-colonia de ésta, a contracorriente de la guerra de la Independencia de 1776 que había dado nacimiento a los Estados Unidos.

El Partido Republicano y el abolicionismo

Aunque el Partido Republicano había nacido en ruptura con las tentativas de expansión del esclavismo no era sin embargo el ala más radical de la corriente abolicionista. La tentativas de John Brown en 1859 de apoderarse de armas, para ayudar a la emancipación de los esclavos negros, había acabado con su ahorcamiento y esto estaba todavía muy presente en el ánimo de la gente. “No hay cosa más terrible que Caín matando a Abel, es Washington matando a Espartaco”, había comentado Víctor Hugo.

Los políticos demócratas, del Sur como del Norte, habían perdido la elección presidencial de 1860 porque habían presentado dos candidatos  que competían contra Lincoln, y  que le denunciaban como un peligroso abolicionista. Su victoria electoral fue para ellos la señal de secesión y de ruptura con el Estado federal.

Lincoln había acabado llevando los colores del Partido Republicano, porque era percibido en su partido como un moderado. En su discurso inaugural de su presidencia, había repetido que no intervendría ni directamente ni indirectamente para abolir la esclavitud en los Estados donde existía. Un año y medio más tarde, explicaba todavía a un abolicionista: “Mi objetivo supremo en esta lucha es salvar la Unión, no es ni salvar ni destruir la esclavitud. Si pudiera salvar la Unión sin liberar un solo esclavo, lo haría; si pudiera salvarla liberando algunos esclavos sin ocuparme de otros, lo haría también.”

En junio de 1862, estaba claro que la guerra civil sería larga y dura. Es entonces cuando Lincoln anunció a su entorno próximo que iba a proclamar el fin de la esclavitud. Se le aconsejó esperar que la Unión ganara una batalla para anunciarlo. El 17 de septiembre de 1862, los nordistas ganaron en Antietam. El 22 de septiembre, Lincoln hizo una primera declaración sobre la liberación de los esclavos en los Estado secesionistas, reafirmada el 1º de enero de 1863.

Un reforzamiento decisivo para el Norte

Esta proclamación tenía como primer objetivo minar la resistencia de los sudistas.  Estaba dirigida a los Estados esclavistas de la Confederación sudista: Arkansas, Texas, Luisiana, (con excepciones), Mississippi, Alabama, Florida, Georgia, Carolina del Sur y del Norte y Virginia (salvo Virginia Occidental aliada al Norte). Sin embargo, Lincoln exceptuaba a cuatro Estados esclavistas fronterizos de la Confederación sudista, Missouri, Kentucky, Maryland y Delaware, que no se habían unido a la Secesión.

La proclamación reforzó la convicción del conjunto de los combatientes nordistas. Minaba la retaguardia de los sudistas al elevar la esperanza de emancipación entre todos los trabajadores negros del Sur. A medida que las tropas del Norte avanzaban, el número de negros emancipados iba aumentando. Estos proporcionarían al Norte 200.000 combatientes suplementarios con la puesta en pie de unidades de soldados negros que iban a vencer los prejuicios, incluso entre los nordistas, mostrando en el combate una gran determinación.

Al lanzar su proclama, Lincoln se preguntaba cuál sería la reacción de los Estado esclavistas  que habían permanecido en la Unión. No solamente, no se unieron al campo sudistas, sino que la esclavitud fue suprimida antes del fin de la guerra civil en Missouri, Maryland, Virginia Occidental, Luisiana y Tennessee. La abolición iba a sumar durante muchos años a los negros norteamericanos al Partido Republicano.

El Norte ganó en 1865, al final de una guerra que provocó 600.000 muertos, es decir más que todas las guerras que los Estados Unidos habían entablado, desde su nacimiento a la guerra del Vietnam incluida. El esclavismo de esta manera iba a desaparecer de los Estados Unidos. Pero la esperanza de los negros de que la abolición abriría la vía a un desarrollo igualitario desapareció en 1876, al final de una década marcada en el sur por la agitación de los partidarios de la “supremacía blanca”. Década que veía el nacimiento especialmente de grupos racistas como el Ku Klux Klan. En 1896 se estableció la segregación que envenenaría  todavía durante mucho tiempo las relaciones entre negros y blancos, hasta que una nueva lucha de los negros norteamericanos consiguiese, en 1963, el reconocimiento de sus derechos civiles, un siglo después de la proclamación de Abraham Lincoln.

Traducción de un artículo de Lutte Ouvrière por F. P.