En Cataluña las elecciones anticipadas provocadas por el presidente Mas para tapar y desviar la atención de su política antiobrera y de recortes -del mismo tipo que los de Rajoy- han provocado unos resultados que son un tiro por la culata para la derecha nacionalista, y que desembocan en un reforzamiento de la derecha españolista y el mantenimiento, con los apoyos que reciba, de una mayoría que podrá mantener los recortes.
La derecha nacionalista CiU, convertida ahora en independentista, ha perdido más de 200 mil votos a pesar de haber ganado las elecciones, que han pasado a Esquerra Republicana. El PP ha ganado más de 75 mil votos y Ciudadanos –la marca blanca del PP- ganó cerca de 175 mil. Los socialistas han perdido 70 mil y la IU catalana ganó unos 130 mil votos. Finalmente, ha entrado en el parlamento, con tres diputados y 123 mil votantes, la CUP, Candidatura de Unidad Popular, organización anticapitalista pero independentista.
Para realizar esta política y no hablar de la realidad social, los últimos meses ha habido un martilleo informativo acerca de la independencia de Cataluña; nos han informado hasta la saciedad de que una mayoría de los catalanes quieren separarse de España. Y Artur Mas, actual presidente de la Generalitat, se erigió en el abanderado de tal independencia; este político de derechas, que ha apoyado en numerosas ocasiones la política del PP, ahora en su campaña instaba a los catalanes a convertirse en “los constructores de la libertad”.
Sin embargo, la clase obrera se encuentra una vez más emparedada entre los nacionalismos catalanistas y españolistas sin una fuerza política obrera internacionalista que represente sus intereses reales y que no se ponga a la cola de la burguesía, pequeña o grande.