La antigua república socialista soviética de Ucrania está viviendo días transcendentales ante la intervención en Crimea de tropas rusas. Los medios de comunicación ya han adjudicado “los malos” del conflicto. Putin y Rusia serían los culpables. “Los buenos” serían los manifestantes de Maidan, pro europeos, y la oposición política al huido Yakunovich, corrupto, multimillonario y pro ruso. Sin embargo, la realidad no es tan simple.
Ucrania es un extenso país fronterizo con Rusia y la Unión Europea, rico en tierras agrícolas, minerales, carbón, y vía de entrada del gas ruso. La crisis económica capitalista le ha golpeado duramente; los antiguos burócratas del partido comunista, los nuevos especuladores, los llamados oligarcas, detentan el poder económico y se enfrentan entre ellos para mantener sus beneficios multimillonarios. Tanto el antiguo presidente como la oposición “pro europea” o “pro rusa”, no son más que facciones de la clase dominante que explotan sin escrúpulos a su pueblo.
Los manifestantes de Maidan, a los que los medios llaman “revolucionarios” en gran parte son facciones de extrema derecha nacionalista y fascista, o derecha, junto con sectores de la pequeña burguesía que creen todavía en el “sueño europeo”.
El conflicto que pueda estallar no será más que la lucha entre países imperialistas y facciones de la oligarquía para controlar el país. Por desgracia los trabajadores se encuentran sin organización, sin voz, que pueda dar una política y unos objetivos obreros por encima de los nacionalismos, que llevarán a masacres como en la antigua Yugoslavia.