La guerra en Ucrania cumple un año y sigue amenazando con degenerar en una verdadera contienda aún mayor; igualmente peligrosa es la guerra económica y política entre los dos gigantes, Estados Unidos y China.
Aquí, la propaganda presenta a Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea como fuerzas de paz, garantes de la libertad, la democracia y los derechos de los pueblos mientras que Rusia y China son la encarnación de la dictadura y la opresión, el eje del mal. Pero razonar así es olvidar que las potencias occidentales no dudan en fomentar golpes de estados y apoyar dictaduras sangrientas por medio mundo.
El pueblo ucraniano es víctima de las rivalidades de los países capitalistas; los dirigentes occidentales explotan las atrocidades cometidas por el ejército ruso para calentar a la opinión pública y que acepte resignada implicarse más en la guerra, como si fuera posible detener la carnicería aportando más y más armas al campo de batalla.
Los trabajadores no tenemos que elegir entre la gran burguesía explotadora de Occidente y los oligarcas rusos o los nuevos capitalistas chinos porque todos forman parte de la misma clase explotadora. La guerra que las grandes potencias libran hoy con la piel de los ucranianos y mañana quizás con la nuestra, no es nuestra guerra.


