El Gobierno dará luz verde este martes a una actualización de las cifras del PIB revisadas por el INE, anunciando que se elevará un 2,7%.
El INE ya ha venido ajustando estas cifras en años anteriores: un aumento del 2,7% para 2023 (dos décimas más), del 6,2% para 2022 (cuatro décimas más) y del 6,7% para 2021 (tres décimas más).
El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, ha dicho que ya se pueden observar efectos como el récord de personas empleadas, la progresiva moderación de la inflación que beneficia los ingresos de los hogares, y los recientes incrementos en el salario mínimo.
Y otro año más se evidencia una realidad bien distinta, por mucho que los políticos continúen ocultándola.
El PIB refleja todo lo que se produce en un país en un año: productos y servicios creados por la clase trabajadora pero cuyos beneficios recaen únicamente en la burguesía, haciendo retroceder la calidad de vida de la población trabajadora.
Los beneficios empresariales siguen aumentando, sobre todo entre los bancos y las energéticas. Pero son las grandes empresas quienes se apropian de más de la mitad del PIB generado debido al robo de la plusvalía del trabajo, mientras el peso de los salarios sigue en retroceso.
Para muchas familias es muy difícil llegar a fin de mes debido a que los precios de la alimentación, la luz, la vivienda, etc. suben más que los salarios. El empleo que se crea es a tiempo parcial, con condiciones laborales precarias en muchas empresas.
Para que esto cambie los trabajadores tenemos que organizarnos y forzar que la riqueza creada en el país sirva para cubrir necesidades básicas y no para que se llenen los bolsillos los de siempre, que bastante llenos los tienen ya.


