Saltar al contenido

Las elecciones que vienen, ¿traerán un cambio social y político en España?

Muchos están presentado las elecciones generales del 20D como una oportunidad de cambio real; aunque el slogan “cambio” está muy manoseado de tan utilizado, parece –para algunos- que las próximas elecciones son tan trascendentales que España cambiará. Se van a acabar de esta forma –dicen– las mayorías absolutas de forma que los apoyos entre distintas fuerzas serán necesarios.

Sin embargo, los hechos nos muestran que los nuevos ayuntamientos, como el de Madrid, Barcelona o Cádiz, aparte del nuevo talante progresista y de aspectos formales, no han podido parar muchos desahucios, ni frenar el paro o la precariedad. Claro, se nos dirá que no tienen competencias, que es el gobierno central, que cuando -como en Andalucía- se hace una ley contra los desahucios después la paran. Y es verdad. Si el futuro de nuestra perspectiva política como trabajadores sólo lo dejamos al arbitrio de las elecciones y de las instituciones del Estado, el fracaso será rotundo.

La derecha con Rajoy hace su trabajo. Y bien hecho para los capitalistas: rescate de bancos y aumento de beneficios de las grandes empresas, a costa de los trabajadores que han visto sus salarios bajar, la precariedad y pobreza, el paro y despidos aumentar, los recortes y los desahucios… La necesidad de un cambio social y económico se hace urgente para la clase trabajadora. Este cambio, ¿vendrá de las próximas elecciones con los nuevos partidos? Creemos que no.

Desde hace 40 años los turnos electorales en el poder de PSOE y PP no han cambiado realmente los problemas de siempre de las clases trabajadoras. Pero no es un problema de bipartidismo, de nuevos partidos, o de gobiernos elegidos. El problema está en quiénes verdaderamente tienen el poder efectivo, que son los grandes empresarios y los banqueros. Con las elecciones puedes tener el gobierno, pero no tienes el poder. Aquellos que deciden en última instancia sobre los grandes problemas que nos atañen a toda la sociedad y que conciernen a las clases populares son la gran patronal y los banqueros, la burguesía que domina no sólo las grandes empresas y el sistema financiero, sino también los medios de comunicación y sus políticos. El ejemplo de ello es Grecia. De esta verdad hay que ser consciente.

No quiere esto decir que las elecciones no sirvan para nada. Los que conocieron la dictadura franquista saben bien el valor de las libertades. Muchos trabajadores y militantes antifranquistas sufrieron cárceles, represión y muerte por decir lo que nosotros decimos, por defender los derechos de los trabajadores y denunciar el capitalismo.

Pero no podemos confundir libertad de expresión, democracia y elecciones. La libertad de expresión es muy importante para defender puntos de vistas y luchar por mejorar la vida. Pero atribuir a la papeleta de voto el poder cuasi milagroso de cambiar a fondo la sociedad es una equivocación. Y los medios de comunicación, los políticos de la burguesía son conscientes de este engaño, porque les interesa ahora mantener la ficción de que es posible electoralmente cambiar. Con las elecciones expresamos nuestra opinión sobre qué medidas de gobierno realizar, sobre las reivindicaciones que plasmar, y rechazamos la política de Rajoy o de otro político, cosas todas muy importantes. Pero vemos siempre que entre lo que se promete y luego se hace hay una diferencia puesto que la realidad depende de los banqueros y grandes empresarios.

No por ello los trabajadores estamos reducidos a la impotencia; todo lo contrario. En realidad, tenemos la sartén por el mango puesto que es la clase obrera la que hace funcionar la sociedad. A pesar de no tener los medios económicos de la burguesía, y muchas veces ni la ayuda de las estructuras sindicales, miles de trabajadores han salido a la calle, hecho huelgas, organizado protestas desde que la crisis capitalista puso a cada uno en su sitio: por una parte los grandes empresarios, los banqueros y sus políticos con su corrupción y explotación de los trabajadores, los despidos y el paro y por otra los trabajadores que se oponían en su respuesta de lucha.

Para un verdadero cambio de sociedad necesitamos organizarnos, movilizarnos y luchar. Pongamos en marcha nuestra memoria de la lucha obrera. Las Marchas de la Dignidad, las Mareas, la lucha contra los desahucios, Coca-Cola, Panrico, subcontratas de Telefónica-Movistar, etc… muestran el camino. Detrás de estas luchas hay toda una historia del movimiento obrero que ha permitido cambiar muchas cosas, conquistar derechos, a pesar de muchas derrotas, incluso intentar construir sociedades igualitarias, socialistas, sin la explotación del hombre por el hombre.

Etiquetas: