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La cumbre del clima: no es negacionismo, sino negocios

Recién celebrada la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2024 (COP29), se puede constatar una vez más que en dicha cumbre la preocupación por la conservación del planeta es más que relativa.

Entre los compromisos está aumentar la financiación 300.000 millones de dólares anuales para el año 2035 para llegar a reunir 1,3 billones de dólares, en una combinación de dinero público y privado. Dichos fondos queda en el aire como se conseguirán…, al igual que las promesas quedarán también en el aire, según ha acontecido otros años. Esta financiación sería para eliminar “el uso del carbón como fuente de energía y los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes” y “aumentar significativamente el apoyo” a los países en desarrollo más allá de los US$100.000 millones al año. En todo caso será dinero para las multinacionales que después de obtener billones de beneficios contaminando le saldrá gratis o casi, descontaminar.

Como siempre, los países desarrollados han intentado que su aportación sea menor, eludiendo sus propias responsabilidades, a pesar de ser los países más contaminantes, de ahí que hayan tardado dos semanas en firmar un acuerdo, que volverán a incumplir a pesar de ser manifiestamente insuficiente. Hasta el secretario general de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, ha manifestado que el acuerdo en Bakú –lugar de celebración- que “Esperaba un resultado más ambicioso, tanto en materia financiera como de mitigación, para estar a la altura del gran desafío que enfrentamos…”. “…Una cifra desalentadora” en palabras de Rohey John-Manjang, ministro de Medio Ambiente, Cambio Climático y Recursos Naturales de Gambia, al final de la cumbre.

No solo es un acuerdo de mínimos, sino que esta cumbre es un verdadero timo, digan lo que digan los interesados, entre ellos la Unión Europea. Y esto a pesar que en las últimas dos décadas, los 10 eventos meteorológicos más letales, científicamente vinculados al cambio climático, han provocado la muerte de más de medio millón de personas, según el periódico “El Salto”. Sin embargo, está muy claro lo que la comunidad científica dispone para mantener el calentamiento del globo por debajo de 1,5°C: Tendrían que reducirse las emisiones de gases de efecto invernadero, en un 45% de aquí a 2030, generadas principalmente por la extracción y el uso de petróleo y gas. En cambio la realidad es que con los datos en la mano, la reducción actual es menor del 3%.

Simbólicamente, mientras que la COP28 tuvo lugar en Dubai con los emires del petróleo, la COP29 se ha celebrado en Azerbaiyán, un país cuyo presupuesto depende a medias de las exportaciones de petróleo, bajo la dirección del Ministro de Ecología, antiguo empleado de la compañía petrolera local, Socar, con la que Total mantiene una estrecha relación de trabajo.

¡Los intereses de las compañías petroleras están bien protegidos en las cumbres!

Mientras se intenta culpabilizar a las poblaciones de su responsabilidad individual a la hora de reciclar, de hacer los deberes “en verde”, las grandes empresas y los países más industrializados contaminan en 5 minutos lo que las poblaciones en toda la vida. Se dice que tan sólo con lo que contamina EEUU necesitaríamos 5 planetas. Y esto no es porque los Estados y muchos dirigentes internacionales sean negacionistas –como se dice del recién nombrado consejero de energía de Trump en EEUU- sino porque lo que impera y marca el rumbo bajo el capitalismo son los negocios. No, no es negacionismo, son los intereses empresariales.

Cuándo se edifica en terrenos inundables o sísmicos, no es por negacionismo climático, cuándo se recalifican terrenos rústicos a urbanizables, con la alegría que se hace en este país, no es por negacionismo, tampoco cuándo se construyen campos de golf a pesar de la sequía en España, cuándo se masifica una zona con pisos turísticos mientras se vacían otras, no es negacionismo, es el turismo, los negocios, en definitiva. A muchos, pues, les interesa negar la emergencia climática, mirar para otro lado o seguir contaminando, urbanizando, etc, pues las consecuencias directas e inmediatas siempre las sufren la parte de la población más débil, más expuesta. Pero este modelo económico capitalista es insostenible, por mucha negación que venga desde sectores interesados. E imponer medidas verdaderamente respetuosas con la vida, con el medio ambiente, no lo van a hacer “desde arriba” desde ninguna cumbre; serán las propias poblaciones y los trabajadores los que, como siempre, tendrán que librar esta batalla cuándo comprendan que los privilegios, beneficios y “negacionismos” de unos pocos, son en realidad su condena.

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