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La banca y la Ley Hipotecaria. La justicia del lado del capital

Multitudinarias manifestaciones por todo el país han expresado el malestar por el trato de favor de la justicia, ante la banca. El caos causado por el Tribunal Supremo (TS), con el impuesto de las hipotecas, ha mostrado la necesidad de la expropiación del sistema financiero y crear un solo banco público, a cargo del estado y al servicio de la gente.

Cuando se afirmó en Octubre, por parte del TS, que eran los bancos quienes debían pagar el impuesto, la decisión se tomó con simpatía general, pues todo ahorro es bien venido.

Para las clases trabajadoras era una buena noticia. Las hipotecas se llevan un buen pico del sueldo de miles de familias y supone un verdadero alivio la supresión de este impuesto. No cabía duda que se hacía justicia. De alguna forma, se ponía en su lugar a una banca arrogante.

Pero la reacción enfurecida de la patronal bancaria no se hizo esperar. Se airearon las cifras que estarían obligados a devolver, la bolsa bajó y se conjuraron todas las calamidades a la economía. No cabe duda que la banca movió bien sus hilos, cuyo resultado todos conocemos.

Con una evidente división de criterios entre ellos, los miembros del TS votaron 15 contra 13, para que, de nuevo, fuesen los clientes y no los bancos quienes cargaran con los gastos de ese impuesto. Así se volvían a desdecir, dejando entrever su connivencia con la banca.

Una banca que, además del suculento rescate ante su quiebra, se nutre de forma infame a costa de las clases trabajadoras, se enriquece a costa de la deuda pública y ha sido la parte determinante en la reforma laboral que mantiene los recortes públicos, haciendo retroceder los empleos y servicios a niveles del siglo pasado.

Queda así claro el papel desarrollado por la justicia, que sigue ejecutando cada solicitud de desahucio emitida por los bancos. Y que se muestra de timón fácil, según el asunto que la incumba. Firme y severa a la hora de castigar las protestas de los más débiles y dócil y complaciente con los poderes financieros.

La justicia empieza y termina en los límites que imponen la banca y grandes empresas. Son éstos los que detentan el verdadero poder.

Baste recordar los numerosos casos de trabajadores o sindicalistas multados y encarcelados por denunciar las prácticas abusivas de la empresa, por reclamar mejoras laborales o contra los despidos.  Como vemos la justicia cierra los ojos cuando se trata de defender los intereses de las clases trabajadoras.

Volviendo al tema del impuesto, ahora, justo cuando todo se daba por ganado (para la banca) y por perdido (para las familias), entra en juego el tercero en discordia. Pedro Sánchez escenifica la reprimenda al TS y mientras tanto dice que decretará el pago del impuesto con cargo a los bancos.

Las reacciones de la banca a la decisión del Gobierno no han tardado en hacerse notar. No va a dejar escapar la oportunidad de recuperar los 640 millones al año que tendrán que desembolsar. Aunque para ello tenga subir el precio de las hipotecas o el de las comisiones.

Pedro Sánchez ha dado un paso, claramente electoralista. A partir de aquí manda el libre mercado y volvemos a estar como al principio.

La única salida a esta vorágine capitalista es expropiar a la banca, poseedora de la riqueza productiva de la clase trabajadora, que, junto con el inmenso parque de viviendas en especulación, daría solución a las carencias de las clases trabajadoras, a la inversión en puestos de trabajo y a mejora de los servicios públicos.

Hay que expropiar el sistema financiero y crear un sólo banco público al servicio de las clases trabajadoras y la sociedad. Sólo si los medios de producción están en manos de los trabajadores podrá haber garantías para tener un sistema judicial verdaderamente independiente.