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Intervención de Voz Obrera en el foro de discusión política organizado por Izquierda Anticapitalista Revolucionaria

Exponemos a continuación el texto completo de la intervención de los militantes de Voz Obrera en el foro de discusión política organizado por Izquierda Anticapitalista Revolucionaria dentro de la 2ª Escuela de Verano de esta organización en Cañete la Real, Málaga, el 6 de agosto de 2016. En el foro, debido al tiempo que tuvimos en la exposición – sólo 10 minutos en dos intervenciones – no fue posible expresar el texto completo que se resumió oralmente. Los temas de intervención fueron “La situación política actual” y “Estrategias para hacer la revolución”.

La situación política actual

Los compañeros y compañeras de Izar que nos han invitado, lo cual agradecemos fraternalmente, nos piden que expresemos nuestro punto de vista sobre la situación política actual.

Voz Obrera es una organización que se reclama del comunismo revolucionario y del combate de Trotsky contra el estalinismo y que pertenece a la corriente Unión Comunista Internacionalista, cuya organización más conocida es Lucha Obrera (Lutte Ouvrière).

Nuestro análisis de la situación política se manifiesta a partir de la situación de la clase trabajadora en el periodo actual de lucha de clases. Podríamos empezar hablando de la situación postelectoral, hablar de la crisis del régimen de 78, o de la situación en Cataluña. O sobre la posibilidad de unas terceras elecciones y la participación en ellas de los revolucionarios.

Pero nuestra perspectiva política parte del papel fundamental y determinante en la sociedad, de las trabajadoras y trabajadores asalariados, es decir, del proletariado del cual forman parte los que están en paro y los jóvenes sin empleo. A pesar de los que niegan su existencia, la guerra de clases en la que estamos inmersos va a determinar la evolución política de nuestro país y del mundo. Esta evolución va a depender del grado de movilización y lucha de la clase trabajadora, en sus respuestas a las agresiones de la patronal y sus gobiernos. Las luchas obreras determinarán, más tarde o más temprano, la creación de su expresión política, que no puede ser otra que un partido obrero, comunista y revolucionario.

En este sentido la evolución y derrocamiento de la monarquía, del régimen político, y del sistema capitalista, va a depender del grado de lucha, de movilización social de las clases populares y en especial de la clase trabajadora, de su conciencia de clase y de la creación de su partido político reconocido por millares de personas en el mundo obrero.

En realidad los regímenes políticos y las instituciones estatales existentes pueden cambiar, pero no son más que herramientas del capital para su dominación. La crisis económica actual ha hecho tambalear su credibilidad y sus instituciones. Las movilizaciones a partir del 15 M cambiaron el panorama político y social. Lo que se está produciendo en las instituciones, la llamada crisis del régimen del 78, son las respuestas, más o menos caóticas, de los hombres y mujeres de la burguesía para recomponer la estabilidad, bajo otros parámetros. Como ocurrió en la Transición, la burguesía va a “reformar” sus instituciones renovando su personal político. Incluso las nuevas formaciones como Podemos, luchan para tener un lugar en este régimen parlamentario y juegan con las ilusiones de cambio social de la mayoría social trabajadora.

La situación política actual está determinada y caracterizada por la profunda crisis del sistema capitalista que desde hace décadas es incapaz de recuperar, no ya el ciclo alcista de los llamados en Europa los 30 gloriosos, que corresponden en España a la década de los 60 del siglo pasado, ni siquiera es capaz de conseguir el crecimiento especulativo anterior a 2008. A pesar de toda la propaganda del gobierno en la creación de empleo, que ocultan estadísticamente a través de la temporalidad, la reducción de la población activa, el trabajo en negro o la emigración, y las mentiras propias de los medios de la burguesía; lo que se está produciendo en nuestro país, en Europa, como en todo el mundo, es un ataque brutal a las condiciones del mundo del trabajo por parte de los gobiernos de los capitalistas. Este ataque consiste fundamentalmente en aumentar la explotación del trabajo asalariado, aumentando la plusvalía y sus ganancias, bajando los salarios, sea bajo condiciones precarias, recortes nominales, convenios a la baja, sea con despidos a la carta, horarios desmesurados y un paro galopante.

Esta situación obedece a la salida a la crisis que los capitalistas y la gran patronal organizan a través de los gobiernos. Esta salida es tan antigua como el capitalismo y sus crisis. El capitalismo para sobrevivir necesita recuperar la tasa de ganancia y destruir capital a través, entre otros medios, de la guerra. Las crisis migratorias no son más que expresiones de esta crisis.

La evolución de la situación política, como hemos dicho anteriormente, va a depender de la movilización social y en especial, si esta movilización logra liderarla políticamente la clase trabajadora. Hasta ahora el ciclo de movilizaciones abierto con el 15M de 2011 se ha cerrado. La clase trabajadora protagonizó a través de la marcha a Madrid de los mineros, Cocacola y multitud de luchas de empresa, las mareas y las marchas de la dignidad reivindicaciones propias de clase. Pero estas luchas no son suficientes.

Ahora, sin embargo la respuesta obrera aparece localizada, empresa por empresa, y diseminada por todo el Estado, ante los ataques continuos de la patronal. Pero estas luchas, aún en estas condiciones, muestran que los trabajadores resisten e intentan organizarse. Es el caso de las subcontratas de Movistar, o los despidos de ATIS, en el polígono AERÓPOLIS. Y a veces como en este último caso, la unidad de lucha de los trabajadores amenazando la huelga y negándose a negociar nada, sin la readmisión del despedido, logra eliminar el despido.

Esta situación de la clase trabajadora es fruto de la fragmentación a través de la subcontratación, que ha dividido a los trabajadores y la acción desmovilizadora de las burocracias sindicales de CCOO y UGT, corruptas y vendidas sus direcciones desde hace tiempo a  los gobiernos de la patronal y a esta misma. Esta desmovilización general está también influenciada por el periodo electoral al que tanto Podemos como IU han ido como bueyes uncidos al electoralismo burgués.

La clase trabajadora está huérfana de una representación obrera que ponga en primer lugar sus problemas, sus intereses y que pueda dar una perspectiva de clase y comunista.

Naturalmente la situación política se caracteriza también en un segundo plano por el circo o circos electorales que aparecen en primer plano en todos los medios. No tenemos que olvidar que el parlamentarismo en el sistema capitalista y las elecciones, son una forma de dominación y engaño al pueblo trabajador. El capital ejerce su dominación bajo la apariencia democrática porque separa la esfera política de la económica. La propiedad de los medios de producción en manos de los capitalistas ejerce indirectamente su poder, su dominio a través del control de las elecciones y sus partidos. La corrupción no es más que uno de esos medios. Las instituciones y el Estado no son más que herramientas de sus negocios y de su dominio violento. Entender las elecciones y estar en las instituciones como un medio de cambiar la sociedad capitalista es un engaño. Podemos utilizar las elecciones para denunciarlo y ser altavoz de las reivindicaciones y luchas de los trabajadores, pero nunca hacer creer que las instituciones pueden cambiar la sociedad. En este sentido expresar la consigna “estar en las instituciones y en la calle” deja entrever la idea de que sí se puede cambiar desde el Estado la sociedad con la presión en la calle. Y las instituciones estatales, no sirven a la clase trabajadora, que deberá destruirlas y construir unas propias.

No sabemos si después del periodo de desmovilización provocado por las elecciones y la ilusión del reformismo de Podemos se retornará a luchas generalizadas. Pero sí estamos convencidos que, dentro del mundo obrero, existen fuerzas que tarde o temprano van a aflorar a nuevas luchas. En la medida en que estas luchas se extiendan y se generalicen y aparezcan otras más y más combativas, habrá posibilidades de conquistar reivindicaciones que permitan avanzar en la conciencia de clase, hacia la única solución posible a la crisis terminal del capitalismo: el comunismo. Una sociedad comunista no significa una “dictadura de partido o de caudillos”, significa que los medios de producción son de los trabajadores y de la sociedad y se ejerce el poder a través de una democracia de trabajadores y no de los grandes empresarios y banqueros. Sólo la economía en manos de los que producen, puede salvarnos de esta catástrofe social capitalista.

¿Qué significa ser revolucionario hoy día?

Los organizadores de este acto nos piden que formulemos nuestra posición respecto al tema de “Estrategias para hacer la revolución”. El título nos parece un poco fuera de la realidad ya que nuestra situación militante y organizativa no está en el plano de las “estrategias”, ni la situación económica y social requiere de esta reflexión, pues estamos en los momentos de construir paso a paso un partido obrero revolucionario.

En primer lugar habría que definir y precisar el término. Para nosotros como comunistas y revolucionarios, revolución significa cambio radical de toda la sociedad. Este cambio está ya potencialmente inscrito en la sociedad. Es el capitalismo el que ha preparado la sociedad para ese cambio social. Sus crisis no son más que las indicaciones de un sistema agotado históricamente y que solo tiene solución progresiva para la humanidad en la medida que hagamos efectiva la “socialización” que provoca él mismo y que entra en contradicción con la propiedad privada de los medios de producción. Nosotros luchamos contra el capitalismo para construir una sociedad comunista donde el bien común esté por encima de los intereses privados de los negocios del capital y esto significa que los medios de producción estén en manos de la sociedad, que organiza la producción y la vida social de acuerdo a los intereses de la mayoría, según el famoso lema “de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. Esto significa una transformación de raíz, una revolución social, que acabe con la explotación del hombre por el hombre del capitalismo.

Esta revolución social solo es posible en la medida que se realiza en el ámbito internacional. Intentar el socialismo en un solo país trae consigo la derrota. Las revoluciones no se hacen, se organizan y este es el papel de los revolucionarios. La clase trabajadora, por su papel en la sociedad, es el sujeto revolucionario con la fuerza necesaria para esta transformación. Y finalmente esta revolución solo podrá realizarse si el proletariado, organizado en clase, como partido político, conquista el poder, destruye el Estado capitalista, instituye su nueva organización social y política, su Estado y comienza la transición, la andadura, hacia la desaparición del Estado y el comunismo.

¿Cómo dar pasos hacia delante en esta construcción de un partido obrero y revolucionario?

Evidentemente como comunistas revolucionarios tenemos un problema: la falta de implantación en el proletariado, en las fábricas y empresas, de militantes que mantengan una posición política de clase que sean capaces de disputar las luchas a los aparatos reformistas.

Por ello es imprescindible el trabajo político en la clase trabajadora. ¿Por qué insistimos en la prioridad del trabajo político en la clase obrera? No ignoramos que existen otros aspectos ligados a la dominación de los capitalistas: la opresión de las mujeres, minorías sexuales, migraciones, etc. Tampoco somos indiferentes al sufrimiento de millones de personas que penan una vida de miseria, marginación, exclusión social, paro y desahucios.

Pero entendemos que los revolucionarios deben apoyarse, echar raíces en la clase obrera, entre los trabajadores en las empresas, los tajos y entre los trabajadores industriales en primer lugar, y no porque hayan nacido con una mística revolucionaria, sino porque es la clase social que por su número, su posición que ocupa en la producción y en la sociedad está objetivamente, realmente, en situación de cambiar la sociedad.

La clase trabajadora, o clase obrera, es decir el proletariado, los que trabajamos por un salario, sostenemos la sociedad, pues todo funciona gracias al trabajo cooperativo de millones de personas asalariadas. Es en las huelgas y en especial cuando existen paros generales donde se expresa la importancia vital y objetiva de la clase trabajadora. El ejemplo de los trabajadores de ATIS contra los despidos que hemos explicado antes muestra lo que decimos. Si todo se para, se para el trabajo, se para la sociedad, nada funciona. Es la demostración del papel potencialmente revolucionario del proletariado.

Por todo ello es la única clase social, que por su número, concentración, y por su conciencia colectiva puede cambiar radicalmente la sociedad y atraer a las otras clases y capas sociales oprimidas por la burguesía capitalista.

Y la única que puede hacer frente a todo el aparato institucional de dominación de la burguesía. Este aparato no es sólo es el Estado, con su administración y sistema de justicia, su policía, y ejército, no sólo la iglesia y sus tradiciones enraizadas en la sociedad, y no sólo a través de la influencia de los medios de comunicación. Es también, sobre todo, el parlamentarismo, la democracia burguesa, el electoralismo, porque engañan a la población trabajadora haciéndole creer que se puede cambiar la sociedad con la papeleta de voto, en un sistema político que está organizado y que es una herramienta para la dominación de clase del capital.

El Estado y las instituciones no son más que organizaciones para gestionar y realizar los negocios del gran capital. Las obras públicas, la formación y educación pública, la sanidad que todos pagamos es un servicio gratuito al capital para que obtenga beneficios. Sus leyes y sus derechos no son más que la fachada de la explotación social. Desvelar esta situación del aparato de Estado, de las instituciones, es fundamental para los revolucionarios.

Naturalmente no somos los únicos que nos planteamos estos problemas, ni tampoco los únicos que tenemos un mismo análisis de la sociedad como revolucionarios y comunistas. ¡Y menos mal que es así! Pero es a partir de aquí que podemos plantearnos los problemas en concreto.

La combatividad de las luchas de la clase obrera no bastará por sí misma. Es necesario que estas luchas tengan una perspectiva política revolucionaria.

Eso es el problema que planteaba claramente Trotsky. Cuando la fundación de la IV Internacional, 1938, en plena crisis del 29, Trotsky afirmaba en el programa de Transición que “la crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria”, es decir que la crisis del proletariado es la crisis de su dirección.  No vamos a entrar al detalle en enumerar esta crisis. Tanto la socialdemocracia, como el estalinismo, su historia de traiciones, asesinatos y claudicaciones, su integración en la sociedad capitalista, las conocemos y no es momento de referirnos ahora a ellas.

Por ello, es necesario dar pasos hacia adelante para construir esa dirección revolucionaria. Construir esa dirección significa construir el partido de la clase trabajadora. Y la primera cuestión que hay que plantearse es cómo hacerlo. Y la práctica nos ha mostrado la fatalidad de estas experiencias que a día de hoy no han sido muy fructíferas. Se han ganado algunos militantes, se ha tenido alguna influencia localmente. Pero es una evidencia, que hasta ahora la militancia de los revolucionarios que se ha mostrado en los sindicatos, en el PSOE y sus juventudes, Izquierda Unida, PCE o actualmente en Podemos, no ha podido desarrollar una organización revolucionaria. Desde luego no es desdeñable que el trabajo de los revolucionarios haya ganado militantes. Ya es un logro estar aquí y mantenernos en nuestras ideas. En definitiva, aun con cierta presencia, no hay una organización significativamente presente, enraizada en la clase obrera, conocida y reconocida por lo menos por una fracción importante de ésta, que se reclame  de la clase obrera y proponga una perspectiva revolucionaria.

Y es nuestro problema, como llegar a serlo. Desde luego, no tenemos la varita mágica. Si todo dependiera de un programa, de unas reivindicaciones o de un panfleto, ya estaría solucionado desde hace tiempo.

Nosotros, modestamente pensamos que para encontrar una salida a esta situación es necesario en primer lugar tener la voluntad militante. Estamos convencidos que los que estamos reunidos aquí tenemos esa voluntad. De hecho es por ello que permanecen las ideas revolucionarias aún siendo pocos.

Pero ello no es suficiente. Somos conscientes de la tarea que nos proponemos. Una tarea muy amplia pues, además de tener la voluntad militante, es necesario tener presencia en las empresas para disputarle la dirección de las luchas a la burocracia sindical y política que ahora mismo domina el mundo del trabajo. Es decir, necesitamos  tener presencia obrera para poder en los momentos de lucha ayudar, coordinar, dirigir en suma, la combatividad obrera hacia la lucha por sus objetivos tanto sindicales como políticos de la clase trabajadora, desplazando a las organizaciones históricas del movimiento obrero que en su reformismo se han acomodado e integrado en el sistema capitalista.

Estas organizaciones reformistas, tanto las viejas como las nuevas – Podemos, no solamente desmovilizan impidiendo la respuesta de los trabajadores en su lucha diaria, sino que han contribuido y contribuyen a la pasividad, la desmovilización y a la desconfianza hacia la lucha de clase, hacia la política obrera y lo que es la militancia seria. La corrupción política no es solo una cuestión de dinero al servicio del capital, también es la corrupción de los ideales de clase vendidos en la negociación de los convenios, en los sillones de los ayuntamientos y en el parlamento, por un plato de lentejas y a veces por nada.

Esta falta de presencia de revolucionarios en el mundo obrero, en las empresas, además de nuestro número, es nuestra debilidad. Y nosotros los militantes de VO lo sabemos bien. Nuestra elección política, ya lo hemos dicho, es el trabajo político en la clase obrera. Algunos militantes de otras organizaciones piensan que lo más eficaz para introducirse en el mundo obrero es entrar a través de las organizaciones sindicales o políticas existentes ya. Bien haciendo entrismo permanente en ellas, bien intentando ganar militantes y la dirección de las organizaciones para darle un contenido combativo, de clase y revolucionario a esas organizaciones.

Nuestra intervención en el mundo del trabajo es totalmente diferente. Hemos elegido, como toda nuestra corriente de la UCI, LO, Spark, Combat Ouvrier etc., intervenir directamente en las empresas para dirigirnos a todos los trabajadores estén sindicados o no, sean activistas o no, desde una plataforma política donde se expliquen las ideas comunistas a través de la crítica política de los problemas generales de la clase trabajadora y de la sociedad en general. Además de informar sobre la situación, explotación y problemas concretos de la propia empresa. Esta plataforma política es nuestro boletín quincenal de empresa, donde expresamos nuestras ideas convirtiéndose el boletín en un periódico de los trabajadores de la empresa. Y comenzamos estos boletines desde la primera oportunidad que haya para hacerlo, es decir tener un contacto que aporte las noticias de empresa, que ayude económicamente a realizarlo.

El objetivo del boletín quincenal es convertirlo en una hojilla informativa que sea aceptado por los trabajadores como algo propio y no como algo exterior. Para ello se necesita demostrar que no es una hoja volandera de un día sí otro no. La periodicidad puntual cada 15 días, las noticias de empresa denunciando la situación interior, las vejaciones de la dirección, la actuación contra los trabajadores dan como resultado la aceptación por los trabajadores de un punto de vista combativo propio de ellos.

Esta forma de militar en las empresas sabemos que no es suficiente. Pero es la base para el desarrollo posterior de un partido revolucionario y de clase pues nos permite formar a militantes obreros que van a estar encabezando las luchas, siendo la oposición a la burocracia y el reformismo de las actuales organizaciones sindicales y políticas del mundo del trabajo.