Ha terminado la cumbre de la OTAN en La Haya con una declaración final en la cual los Estados europeos se han comprometido a aumentar su esfuerzo presupuestario militar hasta el 5% en 2035 de su PIB, frente al 2% de hace poco. Pedro Sánchez, que ha asistido como representante del gobierno español, fue la “nota discordante” en la cumbre no aceptando la subida al 5%. Declaró que esto supondría 300.000 millones de euros, y que afectarían a partidas sociales, como las pensiones.
Pero esta negativa es actuación, nunca mejor dicho, es sólo publicidad, propaganda ante la población de izquierdas que es anti OTAN, y está contra las bases de EEUU en nuestro territorio. Pedro Sánchez quiere aparentar su desacuerdo con la militarización creciente y el camino a la guerra que los países imperialistas, con EEUU a la cabeza, llevan a cabo. Sánchez ha querido mostrarse discrepante y además exhibirlo con sus gestos, cara a la galería. Los medios han señalado estos gestos: en la foto final se colocó en un extremo y se destacó por aislarse y no aparecer ligado a los líderes más prominentes de la cumbre y en concreto con su “líder” máximo Donald Trump. Éste además, le ha dado munición para aparentar el enfrentamiento con el imperialismo norteamericano, cuando el mandatario norteamericano ha declarado que hará pagar a España el 5% sí o sí. Para eso están los aranceles…
Sin embargo, Sánchez ha firmado el acuerdo final que, dejando abierta las interpretaciones, sube el presupuesto de defensa hasta el 5% del PIB en un plazo de 10 años; para nada cuestiona el rearme. Eso no es óbice para comprender que en este tipo de acuerdos “diplomáticos” lo importante no es lo que se dice públicamente, sino los acuerdos entre bambalinas. Ya el 2,1% supone unos 36.000 millones de euros más, según la cadena SER. Mientras que el deterioro de la sanidad y educación pública va en aumento, las empresas privadas hacen su agosto aumentando sus ganancias en estos sectores. Hay una lógica aplastante en toda esta política: se pretende que aumenten los beneficios empresariales de las grandes empresas a costa del deterioro y privatización de los servicios públicos y agrandar los negocios de los capitalistas con dinero público y ayudas del Estado a través del rearme. Esta lógica no obedece más que a los intereses de los banqueros, industriales y especuladores de la bolsa y fondos de inversión. Es todo un sistema que chupa, cual vampiro, el trabajo productivo de la sociedad.
En realidad las discrepancias de Sánchez son apariencia, son solo una cuestión de plazos que finalmente no tienen otro fin que prepararse para la guerra invirtiendo en armamento. Los verdaderos ganadores de esta cumbre son los accionistas de las grandes multinacionales fabricantes de aviones, armas, misiles, drones y su tecnología, en suma de todas las mercancías que solo tienen un fin: la muerte.