La precariedad política del gobierno de Pedro Sánchez se ha acrecentado con la decisión de Junts, el partido catalanista, de poner fin al acuerdo de investidura con el PSOE. Independientemente de las razones que dicen públicamente, el problema de Junts es que pierde votos, y también sus límites electorales, acosado por la extrema derecha catalanista de Alianza Catalana y por su izquierda por Esquerra Republicana.
Quizás Puigdemont y los suyos hayan visto que Sánchez puede convocar nuevas elecciones generales en 2026 aprovechando una coyuntura más favorable ante la opinión pública, después de los escándalos de la gestión sanitaria en Andalucía y de Mazón en Valencia. Sea como fuere, sin los presupuestos aprobados, por no tener mayoría y sin el apoyo de Junts, ¿cuánto tiempo puede mantenerse Pedro Sánchez en el gobierno? Su estrategia es aguantar para tener el viento a su favor. Y el PSOE sabe que para ganar elecciones tiene que recuperar su electorado y debilitar los grupos a su izquierda. Ya lo consiguió con Podemos, y Sumar está en la misma vía, desinflándose.
Ante la subida de la extrema derecha de Vox en la encuestas, y la oposición del PP perdiendo los papeles en sus autonomías y con el único argumento de la corrupción de los socialistas, el PSOE quiere convertirse en el muro contra la extrema derecha, como el único poder progresista que pueda resolver los problemas acuciantes de la población trabajadora. Pero como ha demostrado su gestión, la vivienda, sanidad, educación los salarios etc., son problemas de los y las trabajadoras que dependen del sistema capitalista en que vivimos, que está al límite y son incapaces de resolverlo sencillamente porque en el capitalismo no se pueden resolver.
El capitalismo en sus límites
El economista Michael Roberts analiza la situación económica mundial como un estancamiento en el crecimiento económico. “Las grandes economías capitalistas han registrado un crecimiento significativamente menor desde la crisis financiera de 2008 y la gran recesión que le siguió. En este contexto, la economía estadounidense fue la que salió mejor parada: el crecimiento real del PIB no superó el 2 % anual de media en los últimos diecisiete años en comparación al más del 3 % anterior a 2008. El resto de los países del G7 evolucionaron peor, con un crecimiento real medio del 1% anual en el mejor de los casos. Alemania, Francia y el Reino Unido se encuentran en gran medida estancados, mientras que Japón, Canadá e Italia solo han obtenido resultados ligeramente mejores.” Por ello “Se estima que entre el 20 % y el 30 % de las empresas de todo el mundo no obtienen beneficios suficientes para pagar sus deudas y tienen que seguir endeudándose para sobrevivir. Como consecuencia, en el siglo XXI los beneficios se invierten cada vez menos en innovación y tecnología y más en inmuebles y especulación financiera. Wall Street está en auge, mientras que Main Street lucha por sobrevivir.” Y esta es la causa que la estrategia en todo el mundo de los políticos sea destruir y privatizar los servicios públicos. Es la política de Trump y del mundo capitalista.
Estrategias electoralistas, teatro para el electorado
El gobierno de Pedro Sánchez se encuentra acosado por la derecha del PP a través de las acusaciones de corrupción de los casos de Ábalos, Koldo, su mujer y su hermano. Esta estrategia del PP sin embargo de denunciar la corrupción del gobierno machaconamente no oculta la suya. El PP ha sido el partido más corrupto de toda nuestra historia política reciente. Igualmente, esta estrategia del PP se encuentra contrarrestada por su propia gestión en los gobiernos autonómicos, plagada de incompetencias en la gestión pública, recortes y privatizaciones de la sanidad y educación pública y potenciación de los grupos empresariales del Ibex 35, más las concesiones y subvenciones de sus “amistades”. Hay que recordar que el PP gobierna las grandes autonomías menos Cataluña, Castilla la Mancha, Euskadi y Asturias. Por otra parte, los medios de comunicación de los grandes grupos empresariales se organizan por su apoyo tanto al PSOE como al PP. Los informativos y las tertulias políticas se organizan según los vientos dominantes en la región y los de ámbito estatal según los dos grandes partidos. Por ello el PP tiene el “grano dolorido” de Mazón y la DANA valenciana que todavía colea. El otro grano purulento ha salido a la luz en Andalucía con los cribados de cáncer de mama.
Negligencia e incompetencia: consecuencias del sistema económico
La ineficacia de Mazón y Moreno Bonilla es la superficie del problema pero el fondo es el caos de un sistema capitalista que destruye los servicios públicos para beneficio y negocio de empresas privadas y de los grandes conglomerados empresariales del país. Tanto en Valencia con la gestión de la DANA o en Andalucía con la sanidad pública hay una estrategia de recortar los servicios públicos deteriorarlos y privatizarlos. Por eso, la incompetencia en la gestión. Cuando algo funciona mal se trata de cambiar de modelo. Si te va mal en la sanidad pública te haces de un seguro sanitario privado. La cuestión es deteriorar lo que va quedando de los servicios públicos para que las grandes empresas se queden con el negocio. Esta estrategia está implícita en todo el Estado y el PSOE es tan responsable como el PP.
El apagón generalizado de hace unos meses es producto del oligopolio eléctrico que fue privatizado, busca su beneficio a costa del dinero público. La situación de la vivienda, la turistificación de los centros de la ciudades históricas etc. es el mismo problema. Puede que la dimisión de Mazón o de Moreno Bonilla sea algo sentido y demandado por parte de la población, pero la solución de la enfermedad no se soluciona con esas dimisiones.
Es el sistema capitalista el que hay que derrocar
El deterioro generalizado de la sociedad y de los servicios públicos viene dado por la propia génesis del sistema económico capitalista vigente. Este sistema vive de los beneficios empresariales, de las rentas financieras, del comercio e inversiones de capital. El fondo del problema es este: cuando el capital y sus mercados llegan a sus límites, la superproducción y las burbujas financieras crecen, se inflan, ya no se pueden obtener más beneficios, y explotan. Se entra en crisis y en bancarrotas. Es el ejemplo de 2008, pero también de todas las crisis capitalistas del siglo XX. Para solucionar e incentivar la economía, los Estados proporcionan nuevos nichos de beneficio para que todo vuelva a funcionar y esto es la causa de los recortes y privatización de los servicios públicos y su consecuencia: la incompetencia en la gestión de los políticos de la burguesía.
Y esta situación no solo es la estrategia del PP, es también del PSOE, que durante años ha ido minando los servicios públicos. Esta izquierda reformista en el gobierno quiere mejoras sin acabar con el cáncer del capitalismo, y ello es imposible más allá de mejoras efímeras cuando la economía lo permite, porque con frecuencia ni éstas son posibles. Así va perdiendo influencia porque el capitalismo es incapaz ya siquiera de dar migajas y necesita beneficiar cada vez más a una minoría de multimillonarios y sus empresas.
Solo hay una verdadera solución para no caer en la barbarie, las guerras y el caos: expropiar las grandes empresas, bancos y sistema financiero, para ponerlo al servicio de la sociedad, planificar socialmente la economía y ponerla en manos de los que saben hacerla funcionar, la clase trabajadora.

