El desfile de procesiones y la relativa afluencia de personas que se está viviendo en Sevilla con ocasión de la Magna es un innecesario espectáculo que busca reponer en la cabeza de las gentes el protagonismo de la Iglesia. Además con la justificación del negocio hostelero y de visitantes que al final se ha terminado en un rotundo fracaso de visitantes y económico. En definitiva, un despilfarro de dinero público habiendo necesidades sociales acuciantes.
Junta y Ayuntamiento de Sevilla gastan más de tres millones de euros de dinero público, un imponente despliegue de recursos público, Policía Nacional (1.100) y Guardia Civil (274). El sector de la cultura ha protestado contra la subvención de 600.000 euros que la consejera de cultura de la Junta de Andalucía regaló a la Magna cuando el mundo del arte está en precario.
La Iglesia y las hermandades vuelven a tomar las calles como hacían en tiempos de la dictadura, alardeando del poder que compartía con el régimen de Franco.
Las necesidades de la población son aplazadas una y otra vez, vivienda, sanidad… La corrupción política campa a sus anchas. No se habla de la crisis capitalista que viene empeorando la calidad de vida de la población, con la pobreza en aumento, empleos precarios, la juventud sin futuro…
Precisamente con este tipo de eventos se busca ocultar los problemas, difuminar las responsabilidades, falsear la realidad ofreciendo una visión interesada para tener a la población engañada. Es lo que ha hecho siempre la Iglesia, las religiones y el Estado.
No son con procesiones, banderas y propaganda nacionalista de la burguesía como se van a resolver los problemas acuciantes de la sociedad. Hoy más que nunca el mundo del trabajo necesita un partido obrero que defienda que la religión es un tema estrictamente individual de la conciencia de cada persona y que el Estado, lo público, debe estar separado de cualquier institución religiosa. Ante la sociedad, debemos denunciar el engaño y despilfarro del dinero público que supone La Magna y el mantenimiento de las religiones y toda la ralea sacerdotal, viviendo gratis con dinero de todos.