Hemos visto en los medios las imágenes del aeropuerto de Kabul donde miles de personas se agolpan para escapar de Afganistán, donde el ejército estadounidense se está retirando definitivamente y los talibanes están tomando el poder. La situación es especialmente dramática para las mujeres, que sometidas a la ley talibán, no podrán estudiar, salir a la calle solas o trabajar.
Después de 20 años de intervención en Afganistán y 165.000 muertos, el país vuelve a estar bajo el control de los talibanes. Al contrario de lo que los imperialistas nos quisieron hacer creer su guerra y ocupación militar no han reducido el terrorismo ni la barbarie.
Biden y los gobernantes occidentales echan la culpa de lo sucedido al pueblo afgano, sin embargo hay que denunciar que fue el imperialismo estadounidense quien financió y armó a los talibanes en 1970 en el contexto de la guerra fría. Y también ha sido, con la posterior invasión tras el 11S, quien ha creado la miseria y la actual situación (con el apoyo de España).
El resultado es que la población afgana seguirá sufriendo, y esto no impedirá que las grandes potencias negocien con los talibanes si lo consideran rentable. Borrell ya ha dicho que hay que sentarse a hablar con ellos.
En definitiva los trabajadores que vivimos en los centros imperialistas tenemos que rechazar cualquier tipo de apoyo a los ejércitos imperialistas y sus intervenciones. Tragedias como la de Afganistán solo acabarán con el derrocamiento del capitalismo imperialista.