Durante meses, el gobierno a través del ministro Escrivá ha publicado numerosas declaraciones sobre la reforma en el sistema de pensiones.
Algunas de las medidas son: bonificar con un 4% por año de demora y penalizar entre un 16-21% en caso de adelanto; ayuda del Estado para financiar el sistema de pensiones -es decir, lo pagaremos con impuestos; la no derogación de los recortes de la reforma del 2011 -dejando pensiones de miseria a buena parte de la población, y se deja la puerta abierta a posibles futuros recortes y privatización.
El gobierno inocula con medias verdades los medios para hacer pasar estas reformas como inevitables y así, salvar las pensiones. Pero en realidad es una reforma destinada a favorecer a las empresas privadas de seguros y la banca, mientras se lesionan los intereses de la clase trabajadora.
Se azuza con el miedo de perder poder adquisitivo a trabajar más y más tiempo, perdiendo calidad de vida. Mientras se eterniza el paro entre la juventud. El gobierno se cuida de no hablar del paro endémico entre la juventud, que en los menores de 25 años roza el 40%. Sin resolver el paro crónico no se resolverá el problema, y lo que necesitamos no son nuevos recortes sino soluciones.
La única solución al paro es el reparto del trabajo sin bajar los salarios. Para llevar esto a cabo hay que poner los medios de producción en manos de la población trabajadora, arrancándolo de las manos de los capitalistas y haciendo que funcionen de acuerdo a las necesidades sociales.