El 18 de marzo Rabat desvelaba una carta de Pedro Sánchez donde se reconocían las pretensiones Marroquíes sobre el Sáhara Occidental, una supuesta autonomía del Sáhara dentro de Marruecos que supone de facto aceptar la ocupación marroquí.
Tradicionalmente España ha optado por una política neutral en el conflicto, apoyando la resolución de la ONU de celebración de un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui.
España ha tenido una responsabilidad histórica con este pueblo, pues fue nuestro país junto con Francia quienes dibujaron las fronteras de Marruecos, Mauritania y el Sáhara Occidental, tras décadas de política colonial en la región. De facto hemos abandonado este pueblo a su suerte, apoyando a Marruecos en sus pretensiones expansionistas para ganar los ricos caladeros de la costa saharaui entre otros recursos. Este cambio de postura supone el colofón de nuestra política y la enésima traición al pueblo saharaui que vive en condiciones penosas expulsado de su propio país.
¿Cómo se come que apoyemos tanto a Ucrania contra Putin y ahora dejemos tirados al pueblo saharaui contra el tirano de Mohamed VI?
La respuesta ya la tenemos, pues en la región se está cocinando la distribución de gas a Europa, vía EEUU y Argelia, además de la crisis migratoria. Es el juego del capitalismo que usa el mundo como un tablero donde los distintos pueblos son peones para hacer su negocio. En esta ocasión el pueblo saharaui ha sido la moneda de cambio en la apuesta de España de alinearse con Marruecos, una vez más.
¡Por el derecho a la libre determinación del pueblo Saharaui!
¡Fuera Marruecos del Sáhara Occidental!