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Yo quiero ser cuñado del Rey

Este es el sueño de todos los corruptos en España y el deseo que expresó la defensa de otro imputado en la trama Gürtel: “yo quiero ser cuñado del Rey”. Y es que la decisión de la justicia de no encarcelar de momento a Iñaki Urdangarin, a pesar de su condena a seis años y tres meses de cárcel, y además dejarlo libre sin fianza, ha hecho correr ríos de tinta.

Ríos de tinta y también indignación popular tanto por el trato de favor dado a Urdangarin, como por la absolución de la infanta Cristina. Si en un primer momento parecía que estaba ganando la batalla de opinión todos aquellos que decían que había ganado la democracia, porque la justicia “es igual” para todos, y toda esa palabrería hueca y bien sonante que se ha utilizado, la realidad ha hecho que estos lugares comunes se desplomen.

 En este país te pueden encarcelar por robar para comer o por escribir una obra satírica… siempre que no estés bien relacionado. Que la justicia no es igual para todos es lo que ha quedado probado en este juicio porque a pesar de la condena de Urdangarin, muchos piensan y se reafirman ahora de que tras el recurso y las componendas, el “cuñado” la cárcel no va a llegar ni a pisarla.

 El marido de la infanta ha prevaricado, ha cometido un delito de falsedad en documento público, malversado caudales públicos, ha cometido fraude contra la Administración y realizado tráfico de influencias… ¡mientras su mujer no se enteraba de nada! Esto es lo que nos quieren hacer creer. Pero si hay algo en lo que llevan razón Urdangarin y la infanta es que ellos no han hecho nada sin el beneplácito de la Casa Real, sin que lo sepa el rey emérito; es más sólo han seguido el ejemplo de Juan Carlos, quien se ha enriquecido y ha hecho negocios durante todo su reinado, actuando como comisionista sin que ello haya transcendido. Su hija y su yerno han seguido su mismo camino pero como las cosas ahora se tuercen un poco había que conseguir  una cabeza de turco, Urdangarin. Pero aún así este ¡no da ninguna pena!