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Rajoy se presenta a la investidura, con apoyo de Rivera. Entre trileros anda el juego parlamentario

El 30 de agosto el actual presidente en funciones realizará su discurso de investidura ante el congreso de diputados. Sólo tiene el apoyo de los diputados de Ciudadanos y de Coalición Canaria, 32 y 1 diputados respectivamente. En total serán 170, insuficientes para la mayoría absoluta de 176 diputados necesaria para ser elegido. En principio las maniobras de la derecha van encaminadas a presionar al PSOE para que apoye a la coalición, mediante el sí o la abstención que le daría por mayoría simple la presidencia. Y mientras tanto la actualidad política de las instituciones, reflejada en los medios, es un sin número de maniobras, ocultaciones, pactos secretos y después firmados, declaraciones manipuladas para engañar a la población y crear en la opinión la necesidad imperiosa de tener un gobierno fuerte y estable con apoyo de PP, Ciudadanos y PSOE por “España” y el bien común.

Además, se daba a entender que sin gobierno la economía iría mal, los pensionistas, los funcionarios, no podrían cobrar, la educación y la sanidad públicas tendrían dificultades de financiación etc. Estas presiones y mentiras, puesto que se funciona con presupuestos prorrogados, buscan introducir en la opinión pública la idea de que es imprescindible un gobierno para gestionar los intereses “públicos”…, es decir de los negocios de los capitalistas. La realidad de la crisis es que se paga con las condiciones de vida de las clases trabajadoras y populares.

A pesar de toda la propaganda del gobierno, la realidad de las clases trabajadoras y populares no ha mejorado. A pesar de que la inmensa mayoría de medios, tertulias y comentaristas repiten como martillo pilón lo bien que va la economía, el “crecimiento” económico, la creación de empleo y disminución del paro, la realidad social nos habla de un deterioro generalizado de las condiciones de vida. En primer lugar, el tan cacareado crecimiento económico se debe al sector servicios y en especial el turismo. Como titulaba un artículo del periódico El Mundo, nos estamos convirtiendo en un país de camareros. En la comunidad de Madrid casi el 87% del PIB y del empleo es en sector servicios, un 10% más que en 2008.

La gran afluencia de turistas, provocada, fundamentalmente por la situación internacional, ha hecho el agosto de empresarios que se han enriquecido con salarios de miseria, contratos precarios y temporales. El 40% de la población, según la encuesta de condiciones de vida, no puede ni disfrutar de una semana de vacaciones fuera de su entorno. El paro se mantiene en 4,5 millones, el 20% y la población activa ha disminuido. 29.000 familias fueron desahuciadas en 2015. Los despidos a la carta y EREs en las empresas se suceden y el miedo se instala en la condición obrera impidiendo defender los derechos sindicales legales como por ejemplo, tener delegados sindicales y comités de empresa.

Esta realidad permanece oculta. Todo este verano en los medios de comunicación, en las tertulias, el centro de interés ha sido la posición de los socialistas ante el pacto de Rajoy y Rivera. En esta arena, las medias verdades, mentiras y falacias han entrado a tope de la mano de Felipe González y los viejos pesos pesados del PSOE para apoyar un gobierno del PP y obligar a Pedro Sánchez a sostener con su voto o la abstención un gobierno del PP. En el otro extremo, Pablo Iglesias o Alberto Garzón callan y esperan ofreciendo al PSOE un pacto de gobierno que necesitaría a los nacionalistas para tener los 176 escaños. En este sentido todos jugando al juego del parlamento trilero. Mientras tanto, la clase trabajadora huérfana de representación política, se debate fuera de estos medios, en el terreno social y de lucha, en multitud de conflictos laborales y sociales. No es en los parlamentos donde se dirime la realidad y las soluciones para la clase obrera. Puede ser acaso, la caja de resonancia. Es en el terreno social y en las luchas laborales y sociales, donde la clase trabajadora impondrá su fuerza mayoritaria con una correlación a favor suya.

Para los trabajadores y trabajadoras en paro, en activo o en precario, para las clases populares, no hay otra solución que la lucha obrera en las empresas, en los barrios, en la calle, para imponer medidas que vayan encaminadas a que sean los banqueros, grandes empresarios, las rentas del capital los que paguen la crisis, abriendo públicamente la contabilidad de las empresas, prohibiendo los despidos, repartiendo el trabajo sin bajar los salarios, controlando los trabajadores la producción de las empresas, creando el Estado empleo público digno y expropiando la banca sin indemnización para crear un sistema financiero público y transparente, en manos de los trabajadores y la sociedad.