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Pedro Sánchez prepara las futuras elecciones… Mientras apoya a la patronal

El sábado día 21 de julio se cumplieron los primeros 50 días del gobierno de Pedro Sánchez; en estos días hemos visto unos cuántos golpes de efecto, sobre todo con los nombramientos y en el número de mujeres ministras que ocupan ahora su gobierno. Sánchez ha sido el único presidente que ha llegado a la Moncloa mediante moción de censura y el primero que gobierna con tan solo 84 diputados, lejos de los 176 de la mayoría absoluta. Su gobierno ha contado con el apoyo de Podemos, que por cierto no ha dejado de insistir para participar en él, y los nacionalistas del PNV, PdCAT, ERC, Bildu y en contra los votos de la derecha de Ciudadanos y del PP.

 

Su debilidad parlamentaria ha estado en boca de todos los medios políticos y de comunicación. Su política ha estado gestionada por gestos de cara a la galería y al electorado popular que tradicionalmente votaba socialista, ya que 2019 estará jalonado de elecciones locales y autonómicas. Sabiendo que parlamentariamente puede hacer muy poco ha optado por expresar en los medios un programa de futuras intenciones.

 

Respecto al mundo del trabajo la ministra Magdalena Valerio comentó que no sería posible eliminar la lesiva reforma laboral de Rajoy (¡promesa que antes tanto habían pregonado!), pero sí reformar los artículos que atacan de forma flagrante a la clase trabajadora. Por ejemplo, el tema de las condiciones de trabajo de las subcontratas.

 

Por otra parte, otro guiño humanitario fue recibir a los inmigrantes del Aquarius, el barco que rescató a los más de 600 subsaharianos que Italia se negaba a acoger, estando en una situación límite. Este gesto que ha sido positivo y ha despertado el apoyo de gran parte de la población, habrá que confrontarlo con la realidad porque siendo España frontera sur de la UE y a una distancia de 13 km de África, los inmigrantes van a seguir llegando.

Otro punto a resaltar del nuevo gobierno ha sido el gesto con los presos políticos catalanes y el actual presidente de la Generalitat: ha acercado a los presos a Cataluña y ha entablado negociaciones directas con Quim Torra.

 

En cuanto a gestos, este gobierno parece tenerlos todos, pero su política respecto a la clase trabajadora ha sido la misma que cualquier otro gobierno de España; el PSOE es un viejo conocido. La huelga de los trabajadores de Amazon ha sido la piedra de toque en la cual se le ha vuelto a ver el plumero derechista a los socialistas: no solo han permitido reprimir al piquete de huelga, ayudando así a la empresa en su boicot, sino que también han permitido que Amazon subcontrate para impedir el derecho a la huelga. Han sido más que suficientes estos 50 días para comprobar que los socialistas tienen una gran palabrería pero que van a mantener la misma política antiobrera de siempre. Otro ejemplo es la multa del gobierno a Ryanair por incumplir los servicios en la huelga de sus trabajadores. El gobierno podría imponer 4,5 millones a esta empresa, cuando el valor de las indemnizaciones sería de más de 14 millones de euros que la aerolínea se niega a pagar. Tampoco ha hecho el “gesto” de impedir que esta empresa explote a sus trabajadores imponiéndoles contratos en Irlanda, bajando los salarios y precarizando las condiciones de trabajo.

 

El otro conflicto del verano es la huelga del Taxi; aprovechando las vacaciones los taxistas de Barcelona empezaron la huelga contra las empresas del transporte de VTC (vehículos de transporte concertado), como Cabify, que precariza el trabajo del sector. La huelga del taxi se ha extendido a las principales capitales de España. Exigen que haya un equilibrio entre ese tipo de transporte y el taxi.

 

El gobierno de Pedro Sánchez es un gobierno, como hemos dicho, con gran debilidad parlamentaria y necesitado del apoyo de muchas otras fuerzas políticas; la estrategia de Sánchez es clara: rehabilitarse y rehabilitar a su partido de cara a unas próximas elecciones para ganar votos. Si sus iniciativas no prosperan siempre –como él mismo ha dicho- va a tener la posibilidad de convocar elecciones. Uno de los factores que acelerarán o retardarán estas, será la aprobación o no de los presupuestos. El viernes pasado el intento de aumentar el llamado techo de gasto de los presupuestos, que significaba poder gastar más dinero público, fue rechazado por el congreso de los diputados al abstenerse Podemos, PDeCat, ERC que le habían apoyado en la moción de censura. La falta de negociación y diálogo de Sánchez con Podemos y el resto de grupos que le apoyaron es un aviso de que las elecciones están cerca.

 

Mientras tanto la derecha del PP se reorganiza. La moción de censura triunfante de Sánchez propició la reestructuración de la derecha del PP con la dimisión de Mariano Rajoy y la elección de su nuevo dirigente. El PP acaba de terminar sus “primarias” con la sucesión de Rajoy a manos de Pablo Casado, al cual aún le da algún que otro quebradero de cabeza sus convalidaciones de asignaturas de su máster, pero esto dentro de sus filas no parece importar mucho.  Rajoy se ha tenido que marchar de un partido que hacía aguas por todas partes, en una marea de corrupción generalizada. Ha sido anecdótico que en este partido “unido” han llegado a presentarse… ¡hasta seis candidatos distintos! E igualmente ha sido jocoso ver que la enorme militancia que decía tener el partido era falsa. Ha quedado de manifiesto que sus bases, su afiliación activa es bien escasa.

 

Finalmente optaron a la presidencia del partido Soraya de Santamaría y Casado saliendo este último victorioso y convirtiéndose en el nuevo secretario general del Partido Popular. Muchos dicen que Casado representa a la derecha más rancia y radical del PP, con similitudes con Aznar. Veremos. Fuese como fuese, el PP es un partido ya de sobras conocido y del que nada hay que esperar; si acaso el nuevo secretario general intentará hacer lo de siempre, lo que han hecho sus predecesores, pero intentando que las prebendas y regalos a las empresas trasciendan menos a la opinión pública.

 

Como se ha visto con la huelga de Amazon el gobierno de Pedro Sánchez quiere vivir de gestos y cuando toma decisiones se “le ve el plumero” pro patronal. Los socialistas son viejos zorros, y pretenden engatusar con cuatro uvas a la población trabajadora para ganar las elecciones. Todo va depender de la lucha y la movilización, el único camino que tiene la clase trabajadora.