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Nuestra sociedad en crisis, ¿un mundo sin esperanza?

Cada vez se hace más habitual en las conversaciones cuando se comenta cómo está todo escuchar frases como «esto va a pegar un petardazo», «esto va a llevarnos a todos por delante», «vamos a destruirlo todo y no habrá vuelta atrás»….

Ya sea hablando de la economía, de la política mundial, del cambio climático o de las epidemias, cada vez más se oyen estas frases ante las que una mayoría parece asentir.

Es como si todos supiéramos que vamos a la catástrofe y fuéramos impotentes para evitarlo. Como si el destino de todos estuviera en manos de unas élites y multinacionales sin escrúpulos ni control, y la población no tuviera nada que decir o hacer.

Pero no todos nos resignamos

Pero los «rojos» nos negamos a ello, y la historia y la ciencia nos avalan. El ser humano, las sociedades tienen la capacidad de cambiar el rumbo y marcar un nuevo destino. El pasado está lleno de ejemplos. Si este sistema, el Capitalista, nos aboca a la catástrofe, derribémoslo y construyamos un nuevo orden mundial, democrático, y controlado por la sociedad. Un orden donde el Interés General sea el principio y fin de todo lo que se haga. Un orden donde las clases sociales, la miseria, la contaminación, y las plagas sean lacras a eliminar. Una sociedad donde la ciencia y la tecnología estén al servicio de las necesidades sociales. En definitiva, una sociedad infinitamente mejor que la actual, y que en el pasado se definía como sociedad socialista o comunista.

Una sociedad y un ideal alcanzable como el descrito, es un motivo para tener esperanza, para creer que este mundo se puede cambiar y que podemos evitar la hecatombe. Pero hace falta lo que antes había y ahora no. Militantes. Luchadores por ese mundo.

Nuestra clase obrera ha dado decenas y decenas de miles de militantes durante más de un siglo. Y ellos sembraron un ideal que empujó a la clase trabajadora a luchar por él. Su lucha cambió el mundo. De un mundo infernal capitalista y salvaje, a un mundo donde se llegó a alcanzar Educación Universal, Sanidad Universal, Pensiones, Mejoras Laborales, etc. etc., en definitiva, un mundo si bien capitalista, al menos un mundo soportable y mucho mejor que el que existía.

Pero las conquistas en el Capitalismo son temporales

Ahora el retroceso y la degradación vuelven con fuerza, en paralelo a la falta de ideales y de militantes que luchen. Y al avance de la ideología de las élites dominantes, que nos bombardean con su mentalidad y mensajes a cada instante.

Pues bien, hay que decidir si nos resignamos y que llegue el Infierno, o luchamos sin descanso por cambiar y derribar este sistema que amenaza hasta nuestra extinción, ya sea por cambio climático, guerra nuclear o miseria y colapso de la civilización.

Porque el Capitalismo es una economía que siembra el caos y la destrucción, por su búsqueda insaciable de beneficios, que choca con cualquier intención de buscar el bienestar e interés general. Porque el beneficio de unos es a costa del bienestar de la inmensa mayoría.

En los períodos de crisis, y sobre todo profundas crisis como esta, el Capitalismo nos acerca a la hecatombe, de miseria general, de una guerra mundial, y en estos tiempos, hasta de la destrucción del mismo planeta.

Pero las crisis también son los momentos de mayor debilidad de este sistema criminal

Por eso estas mismas crisis debemos aprovecharlas los trabajadores para derribar este sistema loco y criminal, porque va a ser la única manera de evitar un nuevo desastre como en el pasado.

Pero hoy faltan trabajadores dispuestos a organizarse, a pelear por los intereses de los trabajadores y de la Humanidad.

No hay organización o partido que defienda la necesidad de derribar este sistema antes de que nos destruya, y que defienda una sociedad donde prime el interés general decidido de forma democrática como es el Socialismo. Y como no lo hay hemos de construirlo.

Y construirlo y luchar por esos objetivos pasa por organizar previamente a los trabajadores peleando por mejorar las condiciones laborales cada vez peores, luchando por una escala móvil de salarios para que se revaloricen automáticamente al IPC, al igual que las pensiones, se expropien los monopolios y oligopolios como el eléctrico y la banca que no paran de robarnos a espuertas,  y establezcamos  un control obrero en las empresas, para controlar las cuentas con las que justifican ERTES y ERES mientras no paran de obtener beneficios. Este sería un buen comienzo.

Una propuesta para el futuro y para volver a organizarnos como clase

Se hace urgente y vital que la clase trabajadora y la sociedad en general tomen conciencia de la gravísima situación en la que nos hayamos, y por tanto, de las necesidades de derribar este sistema y erigir el Socialismo como salida democrática, humanitaria y respetuosa con la vida y el medioambiente, para que la Humanidad y el planeta sobrevivan.

Pero esta necesidad no se siente por igual en todas las capas sociales. Es la clase trabajadora, por su número, por su papel insustituible en la producción, y por ser la clase que a costa de su trabajo, sudor y miseria engordan los capitalistas y su sistema, es por todo ello, la clase más sensible para comprender la necesidad de destruir y cambiar el sistema que la explota, y la que tiene en sus manos el poder y la capacidad de organización para hacerlo.

Por todo ello, la clase trabajadora, nuestra clase, habrá de dar un paso al frente y se verá obligada a luchar o hundirse en el desastre al que nos aboca este sistema criminal.

Es fundamental comprometerse en esta lucha, y una forma de hacerlo es como se hizo tantas veces en el pasado. Debemos comenzar la lucha por cuestiones inmediatas que nos permita mejorar la situación, aumentar la conciencia de nuestra fuerza y nuestras necesidades, y que la misma lucha nos permita organizarnos cada vez más. Pero hacen falta personas que den pasos al frente, y cada vez nos queda menos tiempo. Los «rojos», los comunistas lo hemos hecho, ¿y tú qué vas a hacer?