Se están finalizando los trámites para la reapertura de la mina de Aznalcóllar. La Junta de Andalucía adjudicó el contrato al grupo Minorbis, que ya ha sido responsable de un desastre minero en el río Sonora en México y acumula denuncias por negligencias en el mundo entero. No tenemos que olvidar la historia de esta mina.
En 1 98, la rotura de una balsa de residuos mineros, cuyo estado crítico se venía denunciando desde años, provocó el mayor accidente ecológico de la minería en toda Europa. La balsa contenía 5 millones de metros cúbicos de agua ácida y metales pesados. Se creó una ola de destrucción que arrasó todo lo que encontraba por el cauce del río Guadiamar, principal afluente del Parque Nacional de Doñana.
El impacto contaminante de este desastre fue, según un estudio del CSIC, cien veces mayor que el del Prestige (63.000 toneladas de fuel). Arrasó unas 4.400 hectáreas en 62 km de cauce del río. Diecisiete años después, Aznalcóllar aún tiene suelos contaminados.
Tres años después del desastre, tras la bajada de los precios de minerales de cinc y cobre en el mercado mundial, la empresa Boliden decidió el cierre definitivo de la mina, dejando Aznalcóllar en una situación social crítica que sigue todavía. Casi 500 empleos directos, 1 .500 indirectos, eran 2.000 familias que vivían de la mina. La edad media de los mineros era de 48 años, muchos de ellos sufriendo lesiones físicas (hernias de disco, etc) por las décadas de trabajo en la mina.
Desde aquel entonces sus hijos y nietos viven en la incertidumbre del paro y de la precariedad. La situación social de Aznalcóllar es la de muchos pueblos mineros de Andalucía o de Asturias, que sufrieron directamente la irresponsabilidad social de los capitalistas. Volver a explotar la mina dejándola al mismo tipo de irresponsables sin escrúpulos es preparar un nuevo desastre. Sea como sea, el control de los propios trabajadores y de los vecinos sobre la mina y su funcionamiento será la única garantía.