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Las Comisiones Obreras

Actualmente todo el mundo identifica a CCOO como un sindicato de tipo clásico. Es decir, una asociación de trabajadores que defiende las condiciones económicas y sociales de los trabajadores en las empresas fundamentalmente. Su papel como intermediario reconocido por los poderes del Estado le hace ser un apéndice de este y junto al otro sindicato mayoritario hace su función de colchón amortiguador, cuando no de colaboración, entre el Estado, la patronal y los trabajadores. incluso muchos trabajadores lo identifican más con el poder y la patronal que con los trabajadores.

Pero el sindicato que conocemos poco tiene que ver con los orígenes de esta organización obrera. En un principio sólo son comisiones que elegidas o aceptadas por los trabajadores van a negociar con la patronal o a expresar las reivindicaciones obreras. Es en la minería asturiana, en el pozo de la Camocha, donde aparecen por primera vez. En otras empresas son las reuniones que hacen trabajadores de varias tendencias —cristianos, izquierdistas, sin afiliación, hasta incluso falangistas de izquierda— que al margen del sindicato vertical se reúnen para discutir los problemas de la empresa. Aparecen como algo natural, como una salida a la necesidad de exigir la solución de los problemas en la fábrica, que el sindicato fascista impedía.

Años de intentos de construcción de los aparatos sindicales tradicionales habían sido vanos y sin embargo algo tan simple como las comisiones se extienden por doquier. La razón estriba en la propia clase obrera. Una nueva clase obrera joven que procedía del campo aparece sin tradiciones, sin objetivos políticos y tiene que aprovechar los resquicios legales, las organizaciones religiosas para poder reunirse y luchar por sus condiciones de vida. Había que partir al ras de tierra, por reivindicaciones nimias, aprovechando cualquier conversación, cualquier tema para politizarlo al máximo. Son los militantes del PCE, los que las animan y coordinan, creando junto a otros sectores la coordinadora de comisiones obreras. Al principio son un movimiento que aúna la lucha sindical y la lucha política antifranquista y sus primeros programas reivindicativos se declaran anticapitalistas.

Esta orientación del PCE de extender las Comisiones y de trabajar en el vertical es la que va a posibilitar liderar luchas y tener la mayoría en las CCOO de la transición. El problema era el programa político de este partido a remolque de la burguesía y buscando el reconocimiento como partido entre la burguesía, en definitiva su reformismo. En 1956 aparecen las primeras «comisiones» en estos conflictos. Con la famosa huelga de la mina de la Camocha de Gijón y la «comisión» que negocia y representa a los trabajadores comienza el primer jalón en el nuevo movimiento obrero que comenzará a utilizar la legalidad para organizarse y avanzar. Así podemos decir que en el III Congreso Nacional de Trabajadores organizado por el vertical supuso la elaboración de una plataforma reivindicativa legal a la que poder asirse para la protesta. Reivindicaciones básicas como el salario mínimo inter-profesional con escala móvil de salarios, jornadas de 8 horas, seguro de paro, igualdad de salarios etc., aportaron la base de las movilizaciones del 56. Desde esta fecha los trabajadores comenzarán a utilizar el vertical y sus posibilidades legales y el desbordamiento del dogal de la dictadura con las huelgas y «comisiones»

La Ley de Convenios colectivos de 1958 abría la posibilidad de negociar empresa por empresa, rama por rama, entre patronal y trabajadores, dentro claro está del sindicato corporativo y manteniendo las prohibiciones de las libertades para los obreros, pues — instituidas desde 1962- las Normas de Obligado Cumplimiento suponían el arbitraje obligatorio del Ministerio de Trabajo cuando no se llegaba a acuerdos.

Pero fue en 1964 que el gobierno puso el criterio restrictivo de que los salarios no podían crecer más que la productividad y continuamente los gobiernos de la década impusieron topes y congelaciones salariales contra los que el movimiento obrero no dejó de luchar. Desde 1965 hasta 1967 el tope máximo para los salarios fue del 8%. Y desde noviembre de de 1967 hasta octubre de 1968 se congelaron los salarios, manteniéndose para 1969 el tope del 5,9%. Es a partir de 1970 que las luchas obreras lograron la ruptura de los topes pudiéndose negociar subidas más altas lográndose hasta los pactos de la Moncloa subidas salariales de la inflación pasada más 2 o 3 puntos.

Los años de mayor conflictividad se sitúan en dos periodos el primero entre 1964 y 1967 y el segundo entre 1974 y 1976 como muestran los índices de conflictividad y la evolución de las Normas de Obligado Cumplimiento en esos años. Los dos periodos corresponden a distintas fases del ciclo económico capitalista. Mientras el primero es la etapa de crecimiento y «desarrollismo» y de expansión del movimiento obrero con la creación de CCOO y la extensión de la negociación colectiva, el segundo periodo corresponde a la crisis abierta ya en 1973 en la que CCOO estaba consolidada y la presión iba dirigida a mantener el nivel de vida en un contexto de creciente politización y crisis de la dictadura.


El movimiento obrero bajo el franquismo, Voz Obrera