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La tragedia de Alcalá: un crimen social de la crisis capitalista y su gobierno

            Tres miembros de una familia obrera en paro han muerto en Alcalá de Guadaíra a consecuencia, parece ser, de una intoxicación alimentaria o química. También se dice que haya habido una negligencia médica, fruto de los recortes en sanidad. Sea de una u otra manera el fondo del problema ha sido la miseria engendrada por el paro y la crisis. La hija más pequeña de 13 años sigue en estado grave.

            La noticia ha conmocionado a todo el pueblo. No son muertes naturales. En esta situación hay millones de personas. En el fondo son crímenes a causa de la miseria provocada por el paro, y hay responsables. Y son quienes organizan esta sociedad según los intereses del dinero.

            Mientras, se rescatan bancos con miles de millones de dinero público, se subvencionan empresas, como las eléctricas, contratos laborales, se explota a la clase trabajadora con sueldos de miseria, se recortan servicios públicos, se hacen reformas laborales, para despedir y crear más paro. Millones de personas trabajadoras en nuestro país pasan necesidad, hambre y miseria, son expulsadas de sus casas y reducidas a la pobreza.

            El padre muerto, era un trabajador en paro, fontanero, al que la crisis había golpeado hasta tener que buscarse la vida con su furgoneta recogiendo cartones y comida desechada por los supermercados o el Merca. Según las informaciones aparecidas en la prensa el piso estaba embargado por el banco y ellos habían entrado, patada en la puerta, para seguir teniendo un techo donde vivir.

            Qué causalidad que en abril de este año el ministro Arias Cañete del gobierno de Rajoy cambió la fecha de caducidad de los yogures por “consumo preferente” en la campaña “Más alimentos, menos desperdicio”. Tal cinismo se convierte en injusticia contra los pobres, al tratar de enmascarar la miseria de la gente provocada por la crisis con medidas de este tipo. Es el desprecio por los más débiles.

No es ninguna vergüenza ser desahuciado por los bancos o ser despedido. La vergüenza debería tenerla el gobierno y los explotadores. Porque la clase obrera es simplemente víctima de un sistema que chupa la sangre a la gente para llenar los bolsillos de los banqueros y grandes empresarios, que con sus políticos, organizan la sociedad para beneficio de una clase social parásita y corrupta.

La crisis capitalista mata de hambre. ¡Ya basta de esta situación cada vez más insoportable!

No queremos caridad, ni subvenciones, ni limosnas, queremos trabajo y sueldos dignos. Y dinero hay, y recursos más que suficientes para resolver estos problemas.

Las organizaciones obreras y los movimientos populares y sociales tenemos que actuar. Si no intervenimos nos convertiremos en cómplices de la situación. Debemos mostrar nuestra rabia movilizándonos, saliendo a la calle, protestando, apoyando cualquier iniciativa que ayude a frenar el deterioro del pueblo trabajador.

            Hay que reaccionar colectivamente. La clase trabajadora no puede seguir paralizada por la situación. Ya está bien de tanta miseria y explotación. Mañana podemos ser nosotros. Cualquier asalariado sin trabajo puede sufrir la misma tragedia.

            Las trabajadoras y trabajadores somos los que mantenemos en funcionamiento la sociedad y tenemos una fuerza impresionante. Es hora ya de ponerla en práctica.