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La reforma no puede ser negociada: hay que exigir su retirada

     Tanto Méndez como Toxo ya han explicado sus posiciones después de las primeras manifestaciones. Ahora pretenden aprovechar la marea humana de protesta contra la Reforma Laboral para negociar los artículos con el gobierno. Están tan instalados en sus poltronas y puestos que sólo ven las migajas que le pueden dar los gobiernos. Quieren ser “responsables” ante la crisis, cuando la situación es de ataques continuos a los trabajadores. Y estos ataques no van a parar; como en Grecia, los buitres de las finanzas y de la gran patronal europea no dejan un respiro al pueblo. Sus negocios, sus beneficios e intereses financieros están primero que las necesidades humanas. Matan de hambre a media humanidad, echan a la calle a millones de trabajadores, bajan los salarios y pensiones, recortan los servicios básicos de  Educación y de Salud, para especular en la Bolsa con los alimentos, las materias primas, las hipotecas, la deuda de los Estados y los intereses financieros.

     Hay que recordar que las 53 Reformas Laborales hasta la fecha realizadas no han hecho más que precarizar el empleo, facilitar y abaratar el despido y permitir que haya más de 5 millones de parados.

     Lo único que hay que negociar es la implantación de un plan de creación de empleo público, el reparto del trabajo sin bajar los salarios, la expropiación de las viviendas en manos de los bancos y la creación de un parque público de viviendas de alquileres baratos, la prohibición de los despidos y financiar todo esto con los millones que han ganado la gran patronal y los bancos, llegando hasta la expropiación del sistema financiero. Y todo controlado por los propios trabajadores y la población.

     Ya estamos viendo como se las gasta la derecha. Pero quien les ha abierto el camino ha sido el PSOE. La reforma profundiza en el camino ya planteado por todas las anteriores reformas laborales de abaratar el despido, bajar los salarios y establecer la precariedad. Pero ésta, ha saltado todos los límites de los derechos laborales. Por ejemplo, lo que se llamaba “colaboración social”, es decir, la posibilidad de que las Administraciones Públicas acojan a desempleados que estén cobrando el paro, para así ahorrarse los salarios completos, se generaliza a todas las instituciones del Estado.

     Por todo esto, nos sobran los motivos para intentar frenarla. Es una urgencia vital.