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Gran Bretaña: elecciones anticipadas por la unidad ante el Brexit

Anunciando una elección anticipada para el 8 de junio, casi tres años antes de lo previsto, la primera ministra conservadora Theresa May, ha sorprendido. Para justificar tal decisión May acusa a los partidos que exigen observar de cerca todo el proceso del Brexit, de “debilitar la nación”, porque según ella hay que formar un bloque tras su gobierno frente a la Unión Europea. May tiene el apoyo de la prensa de derechas que habla incluso de sabotajes hacia el Brexit. En todo caso si May se ha erigido ella sola como la campeona del “independentismo del Parlamento” en cambio exige cero independentismo frente a su propia política.
Es cierto que May ha sufrido ataques de facciones del Partido Conservador que expresan las inquietudes del medio empresarial frente a la amenaza de un Brexit duro. Hasta el punto en que en muchas votaciones ha sido apoyada solo por los laboristas; pero tener que estar agradecida a la oposición es una de las peores cosas para un gobierno conservador. Por otra parte, May constantemente se ve obligada a enderezar la barrera frente a la derecha pro-Brexit de su partido que, a fuerza de provocaciones, amenaza sus negociaciones con la UE.
De golpe, con esta elección anticipada, May espera matar dos pájaros de un tiro. De un lado, cuenta con sacar provecho de la débil valoración del líder laborista Jeremy Corbyn en los sondeos. Y del otro, se ha propuesto atar a sus diputados más incontrolables bajo un flujo de futuros nuevos elegidos escogidos con sumo cuidado.
Pero además May espera sin duda que esta elección le permita resolver otro problema, al menos tan espinoso como los otros. Pues, contrariamente a sus promesas, es probable que las verdaderas negociaciones sobre las relaciones comerciales entre Gran Bretaña y la UE no comienzen antes de finales de 2019, tras la salida oficial del país de la Unión Europea. Esto implica dos años de incertidumbre para la patronal, que May en parte podría calmar a golpe de subvenciones, pero como contrapartida miles de empleos se verían en juego. Además se estiman en 60.000 millones de euros los que la UE reclama a Gran Bretaña por su ruptura unilateral de programas de inversión a largo plazo de los que formaba parte. Y por último también está la inflación, que dicen que pasará del 4% .
Sea como sea, como siempre, querrán que los trabajadores paguen los platos rotos. Pero no son solo estos los peligros que acechan a May. Porque aunque, hoy, una parte de la población trabajadora continúa teniendo ilusiones en los espejismos del Brexit y marchará posiblemente por su chantaje a la unidad nacional, vendrá un momento en que el espejismo se romperá. Los trabajadores verán entonces hasta qué punto han sido engañados y ese día, con elecciones o sin ellas,  será con la calle y con la potencia colectiva de la clase obrera que May y los suyos tendrán que vérselas.