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El 22 de Octubre, las Marchas de la Dignidad vuelven a las calles

Las Marchas de la Dignidad han convocado un día de manifestaciones y protestas para el 22 de Octubre, en toda España. Ese día se tiene que mostrar el descontento y la rabia que gran parte de la población siente.

La degradación continua de la situación social ya no puede dejar a nadie indiferente. Subida del paro, sueldos insuficientes, recortes en todos los servicios públicos, desahucios, pobreza energética… Cada día se ve más claro que sin cambios profundos, no hay futuro en esta sociedad. Menos aún para los jóvenes, muchos de los cuales, como sus abuelos hace cincuenta años, tendrán que marcharse a otro país para intentar ganarse la vida.

El 22 de octubre tenemos que levantar una voz que plantee reivindicaciones que permitan unificar los deseos y intereses de todos los trabajadores y clases populares. La cuestión no es que nos preguntemos quién lo haría mejor en el gobierno, sino lo que necesitamos de verdad. ¡Necesitamos pan, trabajo y una vivienda! Esas reivindicaciones son las de todo trabajador, cualquiera que sea su sector, que esté en activo o en paro, ya sea asalariado o «autónomo». Incluso los que están todavía en los estudios se tienen que manifestar como futuros trabajadores.

El lema de las Marchas sigue siendo «pan, trabajo y vivienda», es decir: prohibición de los despidos y reparto del trabajo entre todos, para impedir que sigan quitando puestos de trabajo para aumentar las ganancias de grandes empresarios, capitalistas y bancos. Mejores sueldos, porque hace años que bajan los sueldos y las pensiones, robando cada año una parte más grande del trabajo de todos. Expropiación de los grandes bancos, que se han llevado millones de viviendas y el dinero público.

Estos son objetivos que podrían unirnos, es un programa de lucha para defender los intereses de la población, los intereses de todas las clases populares. Luchando para conseguir estos objetivos, la clase trabajadora puede ir tomando consciencia de que aquellos son incompatibles con los beneficios de los capitalistas, incompatibles con su dictadura económica.

La clase trabajadora es la que mueve el mundo, y lo puede cambiar. Tenemos que tomar consciencia de que el sistema capitalista no tiene futuro: lo tendremos que echar abajo, sustituyéndolo por una sociedad fraternal e igualitaria donde los medios de producción: la banca, las grandes empresas, la tierra, sean públicos y estén en manos de todos.

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