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EEUU: la mentiras de Trump sobre el empleo

Hasta el último minuto, Trump quiere hacer creer que va a cumplir sus promesas en materia de empleo. Esto comenzó con el anuncio de que gracias a él Carrier, una empresa de climatización de Indiana (cuyo gobernador actual, Mike Pence, será en poco el vicepresidente del país), había renunciado a deslocalizar 1 100 empleos. En realidad, el grupo al cual Carrier pertenece, UTEC (United Technologies Electronics Controls), había anunciado el febrero pasado su decisión de transferir 2 100 empleos a Monterrey, en México. Finalmente, 730 de estos empleos, un tercio, se quedarán en Indiana, que ofrece a Carrier rebajas sustanciales a través de impuestos y subvenciones. Los trabajadores a cambio deberán soportar grandes sacrificios, con reducciones de salario y de prestaciones sociales. Y el patrono ya contempla otras suspensiones de empleos automatizando la producción.

Nos regaló después los oídos con el anuncio de que Ford renunciaba a deslocalizar su fábrica de Kentucky a México. Pero jamás se dijo de cerrar esta fábrica para abrir una en México. Simplemente se trataba de hacer construir en este país un pequeño coche, Focus, que representa sólo la décima parte de la producción de la fábrica de Kentucky, en la que Ford desea aumentar la producción de vehículos de cilindrada gruesa y todoterrenos, muy solicitados y mucho más rentables.

Habrá menos empleos creados en México, más aun cuando Ford considera que el mercado de los pequeños coches pierde dinamismo. Luego los constructores esperan ver cómo Trump va a ayudarles a que la construcción de pequeños coches sea tan rentable tanto en los EEUU como en México. Mientras tanto, Trump se jacta de haber salvado una fábrica que no fue amenazada de ninguna manera nunca.

¡En cuanto a los 700 empleos que Ford va a crear en su fábrica de Flat Rock en Michigan, para construir coches eléctricos y coches sin chófer en 2020, la noticia ya había sido anunciada en diciembre de 2015, hace más de un año!

El 28 de diciembre, Trump dio a conocer que el presidente de Sprint, una empresa de telecomunicaciones, había decidido crear 5 000 empleos, vistas las esperanzas llevadas por la situación. En realidad, estas creaciones de puestos de trabajo forman parte de un plan importante de inversiones del grupo Softbank al cual Sprint pertenece, plan que fue anunciado desde hacía meses, desde antes de la elección. Permitiéndole a Trump atribuirse el mérito, Sprint espera su recompensa: que el ministerio de la Justicia dé luz verde a la fusión entre Sprint y T-Mobile, fusión rechazada por la administración Obama. ¡Esto reduciría a tres en lugar de cuatro el número de operadores, al final supresiones de empleos mucho más numerosas que las creaciones prometidas!

Las amenazas de Trump de hacer volver los empleos a los Estados Unidos, en particular la de tasar al 35 % las mercancías fabricadas en el extranjero, verdaderamente no son tomadas en serio, más aun cuando él mismo no indicó una voluntad de repatriar sus propias producciones de China, de Indonesia o de México. Ni los fabricantes de automóviles, ni otros industriales van a cambiar de política porque Trump haya sido elegido. Pero un cierto número de patronos deja complacientemente pasar sus jactancias porque, como dice el presidente de Ford: «Tenemos un presidente que anunció claramente que su prioridad era desarrollar la economía. Ello es muy agradable para nuestros oídos.»

Ciertos comentadores ya observaron con razón que, si Trump exageraba tanto con ejemplos tan limitados, atribuyéndose el crédito, era que no tiene la intención de reclamar nada al empresariado. En materia de empleos, basta una cortina de humo.