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Chipre: los estranguladores de los pueblos en acción

     La crisis chipriota muestra la gravedad de la crisis financiera. Chipre, el más pequeño país de la UE con 700.000 habitantes, ha vuelto a encender las alarmas financieras entre los gobiernos y sus políticos. Y esto es un índice de la amenaza de explosión de la zona euro y del miedo a un crak bancario generalizado. Estamos encima de un volcán financiero de consecuencias imprevisibles.

     Los dirigentes de la Unión han intentado apagar el incendio chipriota proponiendo tasar los depósitos bancarios, primero incluso a los pequeños depositantes. Después, ante el escándalo, a los mayores de 100.000 euros. Pero el simple anuncio de este impuesto a los depósitos provocó un caos financiero en toda la Unión.

     Esto ha sido el trueno y no sólo para los chipriotas que se han opuesto a este robo descarado, sino también para el mundo financiero que ha temido lo mismo en sus bancos. Puesto que la bancarrota es generalizada en toda la Unión y lo que pasaba en la isla podía generalizarse.

     Los presidentes pretenden que creamos que la tasa a los depósitos bancarios de Chipre es un impuesto a un paraíso fiscal, protegiendo a los pequeños ahorradores. Pero es puro cinismo. Los pequeños ahorradores van a pagar ese impuesto de otra forma, como lo estamos pagando en nuestro país, en Grecia o en Portugal, con recortes, bajadas de salarios y despidos. Los miles de despidos de los trabajadores del sector bancario de Chipre será una catástrofe para un país que tiene los habitantes de Sevilla, por poner un ejemplo.

     Chipre es conocido por ser un paraíso fiscal, sobre todo del capital ruso, que por cierto ya se ha retirado de allí. Si algunos creen que las medidas sobre los bancos chipriotas van en contra del paraíso fiscal, se equivocan. La economía capitalista y el sistema financiero es un gran casino mundial donde los capitales apuestan para obtener beneficios especulando con todo lo que exista. Chipre es un mercado de tercera fila en este contexto y uno más de los paraísos fiscales de la UE. Hace ya muchos años que los capitales no se invierten en la producción pues se obtienen beneficios rápidos con las deudas públicas, divisas, acciones o asumiendo ayudas públicas refinanciando bancos. Al final del proceso es la población trabajadora la que paga estos beneficios mientras que la banca está asegurada por el Estado.

     Es el capitalismo el que de crisis en crisis, de pánico en pánico, está provocando una catástrofe social que básicamente significa bajar los salarios, subir los impuestos, despedir y cerrar empresas y que el Estado recorte servicios sociales, venda los servicios públicos y pague.

     Lo de Chipre puede suceder en cualquier país. Aunque digan que los bancos y los ahorros de los países europeos están asegurados, mienten. Como en Chipre, van a seguir robando a la sociedad para mantener sus beneficios. Y estos beneficios siempre salen del trabajo y de su explotación. La única manera de parar esta sangría es recuperando la lucha obrera. No basta, sin embargo, luchar cuando ya los despidos están a las puertas. Hay que tomar conciencia de la fuerza unida del mundo del trabajo. Somos los trabajadores los que ponemos en marcha y mantenemos esta sociedad y cuando nos demos cuenta que “la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos” será el principio del fin de este sistema capitalista.