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Centenario de la Revolución Rusa. Los comienzos del poder soviético: la contra-revolución

Desde finales de octubre, el nuevo poder debe enfrentarse a la contra-revolución reagrupada en un Comité de Salud Pública, integrado tanto por zaristas como por socialistas revolucionarios de derecha y mencheviques. Victor Serge, militante bolchevique, cuenta en su libro “El año I de la Revolución Rusa” escrito diez años después de los acontecimientos.

“La batalla en la calle dura seis días y fue severa. La iniciativa de las operaciones pertenece al Comité de Salud Pública que el 27 de octubre (…) conmina al Comité Militar Revolucionario (CMR) [de Moscú] a disolverse en un cuarto de hora (…).

El 28 a medianoche los junkers –alumnos de las escuelas militares- rodean el Kremlin. Ya el Comité de Salud Pública ocupa las estaciones, la fábrica eléctrica, la central telefónica. Aislado del CMR, el comandante del Kremlin (…) entrega la plaza bajo la promesa de que sus hombres salvarán sus vidas. Él mismo va a abrir las puertas. Enseguida es agarrado, golpeado, colmado de ultrajes por los junkers. Un coronel le dice: ¿Aún estás vivo? ¡Hay que matarte!”

Los obreros del arsenal del Kremlin no se dan cuenta de la capitulación hasta que ven detener a su comité de fábrica (…). El ruido de tres ametralladoras en acción se mezcla con los gritos de miedo, con los estertores, con los sollozos (…).

Esta masacre no es un hecho aislado. Los blancos detienen y fusilan por todas partes (…). El terror blanco debutaba.

La ofensiva abortada del general Krasnov

“Kerensky se refugiaba entre los cosacos del general Krasnov (…). Monárquico ambicioso, se convirtió en la guerra civil en uno de los protagonistas de la contra-revolución; aseguraba que él aplastaría sin pena la anarquía instalada en Petrogrado. En la misma capital ¿acaso el levantamiento militar preparado por los socialistas revolucionarios no le abriría camino?

[Los cosacos] ocuparían Gachina y Tsarkoie-Selo, a menos de 20 km de la capital. Los combatientes de Poulkovo estaban entonces entre ellos y Petrogrado. La artillería pesada les inflige desde lo alto de las colinas pérdidas severas (de 300 a 500 muertos, el 30 de octubre). Los cosacos, sorprendidos por la resistencia, desmoralizados por la agitación, rodeados de la hostilidad de la población obrera, recularon en desorden (…). [Kerensky] esta vez no tuvo más que el tiempo de salir huyendo, en el momento en que Krasnov –que le despreciaba- se lanzaba contra los bolcheviques. Krasnov fue abandonado finalmente por sus cosacos (…). La revolución se mostró magnánima con él (…) (demasiado teniendo en cuenta) que pronto se ocupa de la región de Don, a sangre y fuego.”

“En el Ministerio de Negocios Extranjeros, Trotsky (nombrado comisario del pueblo para este puesto) no encuentra a nadie. Un arrestado –Tatischeff- consiente finalmente en abrir los despachos (…). No había ni instalaciones ni personal. Trotsky, además absorbido por las tareas militares, se hace en esos momentos una idea ilusoria de la política extranjera: “Mi misión es constreñida: publicar los tratados secretos y cerrar el negocio.”

La llamada de Lenin a las masas

Para defender la revolución Lenin se dirige a los soldados, a los obreros y a los campesinos. El 22 de noviembre, en el primer Congreso de la Marina de Guerra de Rusia: «Las masas han tomado conciencia de sus fuerzas y sin dejarse perturbar por las persecuciones de la burguesía, comienzan a gestionar ellos mismos el Estado. Al comienzo pueden surgir dificultades, se puede notar una preparación insuficiente. Pero es necesario aprender a administrar el país, volverse maestros de lo que hasta hace poco era monopolio de la burguesía.”

El 4 de noviembre decía a los obreros del soviet de Petrogrado: «La masa obrera debe organizar el control de la producción a una gran escala nacional. Es en la organización de la masa trabajadora y no de un reducido número de individuos, donde reside la garantía de éxito.”

El 6 de diciembre se dirige a los campesinos en el II Congreso de los Soviets de diputados campesinos de Rusia: «¡Camaradas campesinos! Meditad nuestro mensaje, nuestra llamada lanzada por los diputados campesinos a los campesinos de todas las naciones de Rusia, leed nuestra llamada en cada pueblo, en cada casa, examinarla en cada reunión, en todas las asambleas, en todas las instituciones rurales sin excepción, tomad ustedes mismos in situ decisiones cerradas, inquebrantables. Pues es ante todo de vuestras decisiones, de las decisiones de los mismos campesinos, de la que depende la suerte de nuestra patria.”