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Ante los atentados de Barcelona: luchar contra la barbarie yihadista, es luchar contra la barbarie imperialista

De nuevo otro cruel atentado perpetrado por el terrorismo del Estado Islámico ha dejado, hasta ahora, 14 víctimas mortales y decenas de heridos. Esta vez en Barcelona en una zona muy concurrida de la Rambla y después en Cambrils. En plena temporada turística este atentado indiscriminado ha golpeado directamente a personas inocentes de 35 nacionalidades, para realizar el máximo daño posible con los mínimos recursos disponibles.

Los terroristas buscan sembrar el miedo en la población y así trasladar a Europa las matanzas que se perpetúan a diario en las zonas de conflicto como Siria o Irak. Ellos disponen de un arma de destrucción masiva: la desesperación de miles de personas, la mayoría jóvenes, que ven como sus hermanos son masacrados sin piedad por las bombas y las armas de los países imperialistas europeos y de EEUU. Esta desesperación se convierte en fanatismo religioso y de ahí al suicidio y la inmolación en busca de una «justicia» que tendrá la sagrada recompensa en su reino de los cielos.

Así las agresiones que desde los últimos años los gobiernos imperialistas, y entre ellos el español, recordemos Aznar y la guerra contra Irak, provocan la justificación en los fanáticos contribuyendo a masacres que provocan la reacción contraria: agrupar y unir a la población del lugar del atentado con su gobierno y así justificar las agresiones imperialistas.

Los orígenes de esta barbarie hay que buscarlos en otro lugar: los criminales intereses de los principales países desarrollados. Nos referimos al auge del imperialismo, encabezado por EEUU, secundado por la UE, con Reino Unido, Francia, Rusia y Alemania principalmente, cuyas políticas han buscado el control de los recursos de zonas del oriente próximo y norte de África. Las continuas intervenciones militares han acabado con la instauración de gobiernos a medida de sus intereses, gobiernos tremendamente inestables y foco de conflicto.

Las consecuencias son las masivas migraciones de personas huyendo de sus lugares de origen en busca de un futuro para sus familias, que tratan de refugiarse de los daños de las guerras en Europa, principalmente países del mediterráneo. Los migrantes vienen buscando trabajo y un lugar donde vivir, pero a menudo se les detiene durante días, semanas o meses para al final ser devueltos a sus países de origen.

Pero colateralmente, al mantener conflictos armados en esos países, las distintas facciones en lucha engendran otras máss violentas, células que buscan castigar a esos países invasores con la misma moneda. Los atentados que se han venido perpetrando en diversas ciudades europeas son consecuencia de las acciones de opresión y exterminio que los gobiernos imperialistas vienen efectuando sistemáticamente contra la población de esos países. Sus responsables son los propios gobiernos, obedeciendo los dictámenes de los ricos y los poderosos.

En el terreno nacional, de nuevo, todos los controles migratorios y de fronteras descansan en los intereses de la gran burguesía y capitalistas, regulando las contrataciones al controlar la mano de obra barata de dentro y de fuera. Además, detras de estas políticas del control de las fronteras y de las personas, se esconde el deseo de crear un clima de solidaridad y de unidad nacional, buscando un consenso en este sentido, entre las fuerzas políticas ante el peligro de atentado dentro del territorio nacional. Los agoreros del patriotismo lanzan sus consignas al aire, “en interes de la nación cualquier esfuerzo por mitigar o evitar actos terroristas es poco, las cuestiones que tiendan a crear diferenciaciones no vienen al caso. Por encima de cualquier otra consideración la nación debe funcionar como un todo, solo así la lucha contra el terrorismo será efectiva”.

Ante este panorama, Rajoy ha convocado el Pacto Antiterrorista para manifestar la «unidad», desde el PP a Podemos y sus confluencias, pasando por PSOE y Ciudadanos y los nacionalistas catalanistas. Los huelguistas del aeropuerto del Prat en Barcelona han tenido que desconvocar su huelga ante el atentado y así en cascada se realizarán acciones que unirán a la población con sus gobernantes, se ocultarán los problemas sociales y en los actos de duelo, todos unidos, se escenificará la repulsa, se gritará «No tenemos miedo», «No tinc por». Este atentado puede ser la oportunidad para justificar y endurecer penas y controlar más a la población. Para las reacciones de extrema derecha contra los refugiados e inmigrantes, la islamofobia y la caza del moro. En definitiva, ocultar el origen y causa de las malditas guerras imperialistas, que son los negocios de armas y el control de las materias primas, el petróleo, para beneficio de los grandes capitales.

Se van a invertir muchos recursos que se van a destinar a fortalecer el control migratorio, las fronteras, los cuerpos de seguridad del estado. Como siempre la peor parte se la llevan los trabajadores, con el dinero invertido en cuestiones de seguridad se podrían crear muchos puestos de trabajo sociales. Pero además las disidencias se tratarán con dureza, como se ha puesto de manifiesto con los trabajadores de Eulen, en el aeropuerto de el Prat, obligados a emplear el 90% de sus servicios mínimos en plena huelga, con la intervención de la guardia civil en los controles de viajeros.

Esto demuestra que para los gobiernos importan más los intereses de los capitalistas que las condiciones de vida de los trabajadores. Como vemos, los problemas de la gente, el paro, los salarios o las condiciones laborales etc. no significan nada para unos gobiernos que se dedican, el 90% del tiempo a poner de relieve la importancia de sus burguesías, sus capitalistas y sus banqueros, y el 10% restante vegetar en sus despachos.

Oponerse a la barbarie de estos atentados significa también luchar contra el origen del terror; es decir, este sistema económico y social llamado capitalismo e imperialismo que destroza con sus guerras a millones de seres inocentes como las víctimas de Barcelona.