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Ante las elecciones del 26-J: el cambio vendrá de la lucha de la clase trabajadora o no vendrá

El próximo día 26 estamos llamados a las urnas en unas segundas elecciones para decidir el gobierno de la nación. Las anteriores supusieron un toma y daca entre los distintos partidos del arco parlamentario para, al final, no llegar a un acuerdo de gobierno. Desde todas partes nos vienen diciendo que con las elecciones podremos cambiar la sociedad. Sin embargo las elecciones son un día cada cierto tiempo y la explotación, el paro y la precariedad lo sufrimos diariamente.

Es la lucha obrera, la unidad del mundo del trabajo en movilización, la que podrá cambiar la correlación de fuerzas entre nosotros, los trabajadores, y la patronal y los capitalistas. Confiar en el juego parlamentario y sus estrategias de mayorías, es cambiar para que todo siga igual.

En las anteriores elecciones, perdidas las mayorías absolutas, era necesario buscar acuerdos para tener la mayoría de 176 diputados en el congreso. Las estrategias de los distintos partidos políticos estaban en la raíz de la imposibilidad de llegar a constituir un gobierno estable. De todas formas, el Senado, la segunda cámara, en teoría territorial por su tipo de elección, era mayoritaria para la derecha. Cualquier ley o decreto del congreso podría ser eliminado, obstaculizado o retrasado por la mayoría de derechas.

El PP, aun perdida la mayoría absoluta, tuvo un colchón de votos de unos 6 millones de personas. Ciudadanos entre 3 y 4, el PSOE perdiendo a raudales sus votantes tiene unos 5, Podemos e IU ahora pueden sobrepasar al PSOE, el llamado sorpasso, y los nacionalistas mantienen sus apoyos.

En esta aritmética electoralista el PSOE intenta ser el centro izquierda, para atraer el supuesto voto de centro. Por ello pactó con Ciudadanos y quiso con la boca pequeña atraer a Podemos. Ahora trata de atraer a sus votantes para quedar en una posición que mantenga la fuerza para pactar. La derecha sabiendo de sus apoyos, espera, espera al PSOE o en la oposición, juega al desgaste para así ganar dentro de cuatro años.

Finalmente Unidos-Podemos, se presenta como la opción de izquierda, con el objetivo de obligar a los socialistas a pactar un gobierno de “progreso”, de “cambio”. Para ello Pablo Iglesias ha desplazado a la derecha su discurso. Se dice socialdemócrata, elogia a Zapatero, “el mejor presidente de la democracia”. El objetivo: echar a Rajoy.

En esta situación, ¿qué podemos hacer los trabajadores?, ¿qué votar?, ¿abstenerse o votar en blanco?, ¿votar a partidos extraparlamentarios?

En primer lugar hay que entender el papel del Estado y las instituciones parlamentarias y de gobierno en la sociedad. En nuestra sociedad es el capital, el dinero, los medios de producción y sus propietarios, los grandes capitalistas, los que dominan verdaderamente la sociedad y el Estado. Son, por ejemplo, las grandes empresas del Ibex 35 las que chupan y obtienen grandes beneficios a través de los servicios públicos y del Estado que organizan con dinero público, obras y servicios. Además se benefician gratuitamente de la educación y sanidad, ya que sus trabajadores son formados y curados por un sistema social que no les cuesta nada, puesto que ni siquiera pagan impuestos. Por otra parte pagan, subvencionan y prestan el dinero suficiente para que la derecha y los socialistas sufraguen sus campañas y mantengan sus políticos. Finalmente deciden través de sus medios de comunicación-persuasión, qué se dice y quiénes lo dicen.

¿Democracia, entonces? En todo caso limitada a los intereses de los capitalistas. Existen ciertas libertades públicas, siempre que no ataques a la patronal y sus políticos, pues si no llegan multas y cárcel. La democracia parlamentaria es capitalista, lo mismo que la República romana fue esclavista.

¿Puede un gobierno de “cambio” y “progresista” con Unidos-Podemos y PSOE cambiar las cosas?

Siempre será mejor que Rajoy claro pero cualquier opción política que haga creer que el gobierno puede hacer cambiar realmente la sociedad en favor de los trabajadores, eliminando el desempleo, aumentando los salarios y aboliendo la desigualdad social, está engañando a la población o es tan ingenuo que cree que tener el gobierno, es tener el poder. Cualquier medida a favor de los trabajadores se encontrará con los obstáculos, presiones y chantajes de la burguesía, legales e ilegales que harán imposible cualquier cambio desde el parlamento. Se ve en las autonomías, con cualquier medida social. Y si en la campaña, para atraer votos, te desplazas a la derecha, en un oportunismo electoral, creyendo que así obtendrás el gobierno, después lo pagarás con la desafección de ese votante que se ha visto engañado.

En definitiva, el voto, la papeleta de voto, sirve para saber la opinión de quién se expresa en las elecciones, pero no tiene el papel milagroso de cambiar las cosas que le atribuye la burguesía. Llevamos casi 40 años de Constitución y ni la vivienda, ni el trabajo es un derecho real en el capitalismo.

¿Qué hacer entonces los trabajadores? Sabiendo, teniendo claro que las elecciones no van a cambiar realmente las cosas, puedes expresar si quieres tu descontento votando. Hay opciones como IZAR, (Izquierda Anticapitalista Revolucionaria), que se presentan en Málaga, Granada y Almería que proponen medidas reales como el reparto del trabajo sin bajar los salarios, y que denuncian el capitalismo. Se podrá decir que es un voto perdido votar a esta opción u a otra minoritaria. ¡Pero también es un voto perdido votar a Unidos-Podemos!

Votemos lo que votemos en la izquierda, para echar a Rajoy o creyendo cambiar la sociedad, tenemos que tener claro que es la lucha obrera y no las elecciones la que traerá el verdadero cambio. Mejorar las cosas, eliminar el sufrimiento, la explotación social etc., depende de la correlación de fuerzas entre los trabajadores y la patronal y capitalistas. Y esta correlación de fuerzas a favor de la clase obrera se dará en las luchas, las movilizaciones, en la calle en las huelgas, en las fábricas y empresas, pues somos la mayoría los trabajadores, mantenemos en funcionamiento la sociedad y es nuestra fuerza la unidad en la lucha contra el capitalismo.