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¡Abajo la monarquía y la dictadura de los capitalistas!

El malestar social y popular ha empujado a la monarquía a buscar un recambio ante su deterioro. Este recambio quieren que sea su hijo, Felipe VI. La jefatura del estado, la corona, es el símbolo, la cúspide del poder político que organiza y administra los intereses de los grandes poderes económicos. La crisis económica, la corrupción y la crisis del régimen político corrupto que ha golpeado a los trabajadores sin misericordia con medidas contra los más pobres, empleados y obreros, ha desacreditado y hecho mella a la monarquía.

Para más inri, Juan Carlos lo puso el dictador Franco en el poder, y la propaganda de rey democrático, el que salvó la democracia el 23 F, se ha demostrado falsa. Ya sabemos que Juan Carlos fue cómplice en el movimiento de Tejero y que lo utilizó y frenó para mantener su jefatura.

De todos es sabido que la monarquía y los gobiernos desde la transición han sido los gestores de los negocios de los grandes capitalistas. Los bancos y las grandes empresas ha pagado muy bien al rey a través de las comisiones por intermediación de sus negocios internacionales. Así como los políticos de los partidos del PP y del PSOE han sido financiados y sus jefes colocados en los consejos de administración de las grandes empresas.

Es posible que haya personas que se ilusionen con los sistemas políticos de gobierno democráticos y republicanos. Pero la forma de gobierno, la democracia no es neutral. Se pueden administrar los asuntos de la economía y de las empresas desde una dictadura como Franco, desde una monarquía parlamentaria o desde una república como en Francia o Norteamérica. El fondo del problema es la clase social que ejerce el poder económico a través del poder político sea república o monarquía.

Por esto los trabajadores deben saber que independientemente de la forma de estado no habrá democracia para los trabajadores si el poder económico sigue en manos de los banqueros, grandes empresarios que son los que en realidad tienen el poder.

Con esta crisis los trabajadores pueden avanzar en su conciencia de clase si debatimos el fondo del problema del Estado. Si hubiera un referéndum sobre la monarquía y un proceso constituyente, los trabajadores y la izquierda revolucionaria deben exigir sus reivindicaciones porque no habrá democracia para los trabajadores si no imponemos nuestras reivindicaciones por el pan el trabajo y la vivienda, expropiando a banqueros y grandes capitalistas. Si no imponemos reivindicaciones que son de urgencia para proteger a los y las trabajadoras y las clases populares, como el reparto del trabajo sin bajar los salarios y la creación de empleo público, la prohibición de los despidos y EREs, el control de los trabajadores de la contabilidad de las empresas y la expropiación de la banca, los problemas sociales los seguiremos viviendo aunque haya una república, porque el problema de fondo que hay que entender es la pregunta, ¿quién controla la economía los trabajadores o los capitalistas? De la respuesta dependerá de que haya una democracia de trabajadores o de capitalistas.