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En Brasil los trabajadores dan ejemplo de honestidad y de lucha

Tradicionalmente el fútbol ha sido, y es, un deporte usado por la burguesía y los gobiernos para ganar dinero a costa de los trabajadores y adormecer al pueblo. Sin embargo en Brasil sectores obreros y populares han dicho basta. Miles de personas han protestado contra el despilfarro, la explotación y las muertes de obreros en accidentes de trabajo. Los trabajadores en lucha y los sectores populares han mostrado que no hay que callarse ante la injusticia de tener al pueblo en la miseria, el paro y bajo salarios y realizar un campeonato para millonarios.

Por ejemplo la huelga de los trabajadores del metro de Sao Paulo ha sido portada de la actualidad mundial. Los trabajadores reivindican un aumento salarial del 16,5% para compensar al menos una parte de la inflación en alza, en especial en la alimentación y la vivienda, pero también más contratos, mejores condiciones de transporte, la ampliación de la red y la bajada de tarifas.

Iniciada el miércoles 5 de junio, la huelga ha bloqueado totalmente tres de las cinco líneas de metro, las otras dos funcionan bajo mínimos. En las calles y sobre todo en las carreteras, los embotellamientos han sido mucho peores de los habituales: 4,5 millones de personas toman cada día el metro.

Alkmin, gobernador de derechas del Estado de Sao Paulo, del que depende el metro, ha reaccionado rápidamente. Ha propuesto a los juzgados de lo laboral, un aumento de los salarios del 8,7 %. En cuanto a los huelguistas, les exigía a cambio asegurar el 100% del tráfico en hora punta y el 70% en periodo de menor afluencia. El 8 de junio los jueces han declarado la huelga “abusiva”, y por lo tanto ilegal; amenazando al sindicato de trabajadores del metro, qué está impulsado por militantes trotskistas del PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores unificado), con una multa de 250.000 euros en caso de proseguir el movimiento. Alkmin por su parte despedía a 42 trabajadores, en especial militantes sindicalistas, y hacía expulsar los piquetes de huelga por la policía.

A pesar de una intensa campaña anti-huelga de la prensa, la población apoya el movimiento, como sostuvo hace un año las manifestaciones contra el aumento de precios de los transportes. Esto hace que el conjunto de las confederaciones sindicales hayan aportado su apoyo, reclamando negociaciones. La presidenta Dilma Rousseff y el Partido de los Trabajadores, en el gobierno central, apoyan sin reparos al gobernador. Esta gente teme las huelgas durante la Copa y quieren dar un escarmiento a los primeros que se mueven, para amedrentar a los que pudieran seguir. Les va en ello su prestigio personal, el prestigio de la FIFA, y sobre todo los beneficios de todas las empresas vinculadas a la Copa, patrocinadores, hostelería, constructores de estadios y de infraestructuras etc. El lunes 9 de junio en asamblea general los trabajadores del metro han suspendido la huelga pero asegurando que permanecían en “estado de huelga”, dispuestos a reiniciar la lucha. Muchos habrían deseado simplemente continuar el movimiento. Sao Paulo no es la única de las doce ciudades de la Copa donde los trabajadores reivindican.

En Río, por ejemplo, donde se jugará la final, se están incubando huelgas en muchos sectores, educación, transportes, etc. Y las bandas acaban de recordar su existencia atacando a la policía en una favela presuntamente pacificada, lo que pone en el orden del día los problemas de seguridad muy molestos para las autoridades. En Natal, en la punta nordeste del país, donde Dilma Rousseff y el vicepresidente norteamericano deben asistir el 16 de junio al partido Ghana-EE.UU., los trabajadores sanitarios y de los servicios municipales preparan huelgas y manifestaciones, hasta el punto de que el alcalde quiere hacerlas prohibir por los jueces hasta finales de julio.

El pueblo trabajador de Brasil ha mostrado el camino. Solo la lucha obrera tendrá réditos en un mundo donde los poderosos ganan dinero y tratan de adormecer al pueblo.