El sector de las telecomunicaciones fue uno de los primeros sectores que se liberalizaron en España con la falsa idea de crear competencia, bajar los precios y aumentar la calidad; pues el tiempo demuestra que sólo ha servido para que una empresa pública como Telefónica, que dejaba dinero en las arcas del Estado y que además creaba miles de puestos de trabajo de calidad, ha destruido en los últimos 15 años más de 50.000 con diversos procesos de prejubilaciones (EREs) y se ha dedicado a subcontratar empresas con condiciones laborales pésimas; también ha servido para el enriquecimiento de los amigos de Aznar (Juan Villalonga, Rodrigo Rato…) y de los consejeros de administración. Después de tantas mentiras a sus trabajadores y a los consumidores, está produciéndose una concentración de empresas para no competir entre ellas y crear otra gran oligarquía como las eléctricas o el sistema financiero.
Vodafone compra a Ono, ahora Orange comprará Jazztel y Telefónica a Yoigo y fagocitará su parte móvil para dejar un panorama de reparto del negocio entre las tres grandes de Europa; esta concentración y operaciones de compra seguirán por toda Europa con el único fin de controlar los precios y repartirse el negocio entre la Británica Vodafone, la francesa Orange (France Telecom) y la española Telefónica.
Cabría preguntarse a quién beneficia esta concentración de empresas, ¿a los trabajadores? ¿a los consumidores? No, sólo beneficia a los de siempre, a las clases privilegiadas y explotadoras de los trabajadores.
Empresas de sectores estratégicos deben de estar en manos de sus trabajadores como única alternativa a este sistema capitalista que cada vez nos machaca y nos empobrece más a todos los niveles.